sábado, 3 de agosto de 2013

No hay clase dirigente


No hay clase dirigente

SERGIO TAPIA T.



 

Los poderes del Estado, los gremios empresariales y la prensa; la cátedra universitaria y el sistema educativo estatal y privado, son lugares donde ordinariamente se desenvuelve la clase dirigente de un país.

Los poderes del Estado más sensibles para la conducción de la Nación, son los tres poderes clásicos: Ejecutivo, Parlamentario y Judicial.

Este mes de julio se inició con la escandalosa repartija parlamentaría de nombramientos por los próximos cinco años, en el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo y el Banco Central de Reserva. Aún repercute este acto de corrupción política en los medios de comunicación y en las protestas juveniles callejeras.

            A menudo se sostiene que la volatilidad constitutiva de nuestro Parlamento causa nuestra carencia de clase política, y se desdeña el alto porcentaje de congresistas que periódicamente ingresan (y salen) de la vida política parlamentarista.

            Pero, debe observarse que la corrupta repartija de los nombramientos, surgió y comprometió a las figuras más veteranas de nuestro Congreso de la República. Además que ha denigrado a todos los partidos sin excepción: Desde el oficialismo gubernamental del partido de Ollanta Humala y del partido de Alejandro Toledo, pasando por los partidos habituados a ser corifeos del gobernante de turno, como el PPC, y hasta la que debería ser una recalcitrante oposición fujimorista quedó manchada.

            Las excepciones honrosas fueron individuales y escasas, como Cecilia Tait. En el polo opuesto quedó muy desubicado el pepecista Beingolea, defendiendo los indefendibles nombramientos de los que luego han dado marcha atrás.

            Padecemos un gobierno cuyo Poder Ejecutivo no empezó bien, ni va a terminar mejor. Y, sufrimos un Parlamento totalmente ineficaz y cada vez más escandaloso en sus pecados públicos.

            Nuestra clase política es mendaz, no es clase dirigente.

            Y, debemos sufrir un sistema de administración de justicia contradictorio y desorganizado, e ignorante en un número crítico de sus componentes, y con muy mala imagen pública por la amoralidad en sus escalones inferiores e intermedios, y con mala fama en sus altas esferas por la subordinación a los poderes políticos de turno.

            Nuestro sistema judicial es complejo porque participan siete organismos públicos cuyas competencias causan interferencias: El Poder Legislativo en el ejercicio de sus facultades de control político, el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Jurado Nacional de Elecciones, el Tribunal Constitucional, la Justicia Militar Policial y la Defensoría del Pueblo. Además de los cabildeos que provienen de los organismos y personalidades del sector privado, entre los que destacan algunos estudios de abogados que se autodenominan ONGs, y engendros como la CVR.

            Da muchísima pena ver la postración de la Patria, contemplar la Nación, lamentar el Estado peruano que tenemos y sufrir por nuestra Sociedad.

            Nos ha correspondido vivir una gravísima crisis, que produce anomia social de consecuencias impredecibles, que todo lo afecta y corrompe.

            Tenemos clase política, pero carecemos de clase dirigente: ¿Dónde están los peruanos capaces, honrados, desprendidos y conocedores de las exigencias del bien común nacional?

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 26 de julio de 2013, pág. 8


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario