sábado, 31 de agosto de 2013

10 años del Informe de la Comisión de la "Verdad" ¡Terminó la farsa!


10 años del Informe de la Comisión de la “Verdad” ¡Terminó la farsa!

SERGIO TAPIA T.



 

Hace doce años surgió la petulante iniciativa de la izquierda socialista, de titular como “Verdad” la construcción de una versión parcializada sobre el terrorismo.

Han transcurrido diez años desde que la izquierda logró evacuar el mal llamado “Informe” de la comisión “de la Verdad”. Que por su autoría marxista, y a sueldo de gobiernos pro-caviares, es la burda farsa sobre la verdad, sobre la adecuación del entendimiento a la realidad, porque los socialistas están impedidos de acceder a la verdad por su ideología, tergiversadora y mendaz.

Ese “Informe” es la más grande mentira y el más vil engaño. Sus autores están, y estaban, desprovistos de autoridad intelectual y moral para analizar el terrorismo en el Perú. Todo aquel que se respete, luego de leer tal “Informe”, concluye censurándolo por parcialidad, distanciamiento de la verdad e inconformidad con la realidad.

Salomón Lerner, presidente de esa Comisión de la “Verdad”, a la vez que Rector de la perdida “Pontificia Universidad Católica del Perú”; ha liquidado la poca credibilidad que le restaba al susodicho “Informe”, al declarar que la verdad tardará en aparecer y que nunca aparecerá toda. (…) no tuvo la pretensión de decir hasta el último detalle de lo que había ocurrido en 20 años de terror. Ni tampoco de trabajar de modo tan exhaustivo que no hubiera luego otras declaraciones, otros elementos que la completaran y perfeccionaran, (…). Si de algo estábamos seguros (…) es que nuestro trabajo podía ser mejorado.” (El Comercio, miércoles 28 agosto 2013, pág. A12).

            Por confesión de parte, terminó la farsa, consecuentemente: (1) Debe cesar el uso abusivo de ese “Informe” por los fiscales y jueces ingenuos y caviares, que estiman como suficiente motivación sus dictámenes y sentencias, algún párrafo de ese “Informe”, para condenar a que lucharon contra el terrorismo; lo dicho por Lerner hace del “Informe” un documento carente de cualidad probatoria sobre la contra-subversión de nuestras FFAA y Policía Nacional, como la de los civiles que lucharon contra el terrorismo comunista; y (2) Debe suspenderse la ejecución del proyecto caviar del “Museo de la Memoria”, porque su sustento se empeña en difundir aquel “Informe” presuntuoso de ser “la Verdad”.

            Las izquierdas tienen una deuda moral, que aún no pagan, a la Nación Peruana, por avalar el terrorismo del “Partido Comunista del Perú” (mal llamado “Sendero Luminoso”). Gustavo Gorriti afirma que toda la izquierda le hizo el juego al terrorismo, que fueron sus cómplices y que cuando el Perú sufrió el mayor nivel de atentados, las izquierdas exigían derogar las leyes anti-terroristas (páginas 160,161 y 164 del libro “Sendero”).

            Salomón Lerner, presidente de esa comisión que se ufana de ser “la Verdad”, afirma que la izquierda peruana no supo deslindar (…) con Sendero, y (…) jugó en dos tableros”. Y, que su “Informe” no es la “Historia”, sólo es una de las “historias”. Es decir, una versión interesada sobre la agresión marxista al Perú.

 

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 31 de agosto del 2013, pág. 8

http://larazon.pe/columnistas/11617-10-anos-del-informe-de-la-comision-de-la-verdad-¡termino-la-farsa.html

Nuestro infortunio político


Nuestro infortunio político

SERGIO TAPIA T.



 

Cada lustro adviene al poder un sector de nuestra desestructurada clase política. Y, lo hace con pretensiones de conducir el país como novedosos descubridores, emulando torpemente a Francisco Pizarro. Aducen que antes de ellos, nada ni nadie ha gobernado bien. Y, con vil costumbre, no continúan la obra iniciada por el gobierno que antecedió, y denuestan perversamente en agravio de los funcionarios que los precedieron.

Es la característica de liberales y rojo-caviares. Aunque estos últimos son inmisericordes con sus opositores: Los rojos porque los asesinan y aman la violencia; los caviares porque promueven mala prensa y manipulan los resortes fiscales y judiciales para sus venganzas políticas.

El embajador Julio Vargas Prada escribió un picaresco artículo rememorando como “nuestras” figuras “democráticas” fueron partícipes de los “cuartelazos” y golpes militares que sacuden nuestro escenario político. La lista preminentemente la integraban José Luis Bustamante y Rivero (redactor de la proclama golpista de Sánchez Cerro en 1930) y Fernando Belaunde Terry (beneficiario del golpe militar de 1962-1963).

Igualmente, los rojos y caviares se han beneficiado de gobiernos golpistas. El del izquierdoso general Velasco Alvarado, de tan triste memoria para la economía nacional, fue mesa servida para todos los mini-partidos marxistas peruanos (1968-1975). También, en períodos “democráticos”, los caviares se han servido (en plato hondo) y han comido (con cuchara): Con Fujimori en sus dos primeros años (1990-1992), los ocho meses de transitoriedad de Paniagua (2000) seguido por la presidencia de Toledo (2001-2006). Y, para ser completo no omito que los caviares “picotearon” porciones del poder durante los dos gobiernos de Alan García (1985-1990 y 2006-2011).

Aliarse con los rojos o con los caviares, no es políticamente aconsejable. Porque en el poder sólo emprende su propia agenda, sirviéndose de los tontos útiles que los convocan.

La izquierda marxista peruana padece divisionismo, disuelve sus líderes y militantes en variopintos mini-partidos, pero en perspectiva ideológica logran constituir un movimiento revolucionario, triplemente peligroso: (1) A corto plazo compromete la Seguridad Nacional por su inclinación a las vías violentas; (2) A mediano plazo causa desdichas socio-económicas por su terquedad ideológica; (3) A largo plazo son el caos socio-cultural, el que con experticia siempre producen.

            Ollanta Humala es responsable de dos campañas electorales virulentamente revolucionarias y demagógicas (2006 y 2011). De ambas surgieron parlamentarios radicales, rojos, no caviares. Pero, la presidencia la ganó, en el 2011, porque un sector liberal lo prefirió desechando el fujimorismo. Para gobernar, Humala se distanció de los extremistas rojos y se rodeó de los caviares.

El fujimorismo perdió electoralmente en el 2011 a pesar de tener caudal popular propio. Pero, su campaña electoral no fue capaz de superar el desdibujamiento causado por las campañas que lo enlodan con la corrupción. Siendo que el decenio gubernamental fujimorista (1990-2000), es el único período político juzgado por corrupción, que no ha sido práctica que haya caracterizado la alternancia de la partidocracia, que dejó inmune los dos períodos gubernamentales de Belaunde Terry, el gobierno militar socialista de Velasco, así como la administración de Toledo.

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 23 de agosto de 2013, pág. 8

Si te dicen "fascista"


Si te dicen “fascista”

SERGIO TAPIA T.



 

Se usa a menudo la palabra “fascista” para calificar personas, y es proferida contra quien no es amigo o para establecer enemistad.

No se utiliza la palabra “fascista” en correspondencia con las doctrinas políticas, ni con la clasificación histórica de partidos políticos, ni en conexión con los gobiernos que condujeron Europa una parte del siglo pasado. Porque el Fascismo es una realidad inactual, no vigente. Está proscrito moralmente, y penalmente en algunos países.

Decirle a alguien “fascista”, no es calificarlo políticamente, es insultarlo. Es delito contra el Honor, por haber ánimo injuriante y finalidad denigratoria. Similar a una mentada de madre.

            George Orwell (1903-1950), es un escritor británico que observó cómo la falta de fidelidad periodística conspira para desaparecer la verdad objetiva, y denunció la falsificación de la historia cuando no se escribe sobre lo ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido.

Orwell tiene un escrito de 1944 (“What is fascism?”), en el que sostiene que desde 1934, no hay persona que se libre de ser denunciada por “fascista”, como los conservadores y las organizaciones de tipo patriótico y tradicional, el gobierno británico colonial de India, los Boys Scout, la policía británica y los colegios privados (calificados de “caldos de cultivo del fascismo”).

Además, el Partido Comunista acusó de “fascistas” a los socialistas, al Partido Laboral británico y a los sindicatos laboristas. Y, para otros, los comunistas son iguales a los “fascistas”. Aquí se relacionan los tiempos, el de Orwell y el presente, porque hay autores liberales latinoamericanos que califican de “fascistas” a los regímenes chavistas de Venezuela, Bolivia y Ecuador, a pesar de su indudable filiación al socialismo-marxista o comunismo.

Recuerda Orwell que a los trotskistas se les acusó -por los comunistas- de “cripto-fascistas”.

Siguiendo a Orwell, desde fuera de la Iglesia se insulta a los católicos diciéndoles “fascistas”. A los antibelicistas como a los belicistas se les señala como “pro-facistas”. A los movimientos nacionalistas, cuando se desea desaprobarlos, se les tilda de “fascistas”, incluso al sionismo.

            Orwell concluye que la palabra “fascismo” carece casi por completo de significado.” Dice haberla “oído aplicada a los agricultores, a los tenderos, (…), al castigo físico, a la caza del zorro, a los toros, (…), a Gandhi, (…) a la homosexualidad, (…), a la astrología, a las mujeres, a los perros…”.

En nuestro tiempo “fascista” es usada por la prensa izquierdista para “etiquetar negativamente con un término despectivo”. Los marxistas, que son parturientes de diversas formas de violencia (verbal y escrita, terrorista y guerrillera), apodan de “fascistas” a sus opositores. Este es su primer acto de agresión, luego -según el vigor del oponente- le aplicarán sus otros métodos de violencia: Asesinato, chantaje, terrorismo, persecución penal sin respeto a los DDHH, etc.

            El uso de la palabra “fascista” sirve para calificar impropiamente a alguien. Su uso es peyorativo, porque tiene finalidad negativa. No es bueno, es antiético y penalmente reprochable.

 

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 16 de agosto de 2013, pág. 8

viernes, 9 de agosto de 2013

La falsificación de los DDHH





La falsificación de los DDHH

SERGIO TAPIA T.




Los “derechos humanos” marxistas, linchan gobiernos y personas, para que la “Revolución” triunfe.

Esa versión de los “derechos humanos” maneja organismos internacionales en agravio de la soberanía del Estado. Y, también porciones del poder nacional, sometiendo fiscales y jueces, lo que degrada la justicia a niveles descritos por Manuel González Prada, quien parafraseando al general y orador ateniense “Alcibíades (…), decía: "Cuando un hombre es llamado por la justicia, comete una necedad al comparecer, pues la cordura está en desaparecer"; y un parisiense (…), se gozaba en repetir: "Si me acusaran de haberme robado las torres de Notre Dame, yo emprendería la fuga". Los ciudadanos del Perú deberían hacer lo mismo (…).”

Los falsos “derechos humanos” son sentimientos pasionalmente impregnados de ideología. Al carecer de racionalidad, objetividad y universalidad, no pueden ser legítimos defensores de la dignidad humana.

Esta manipulación marxista aspira a dos pretensiones: Vengarse inmisericordemente contra quienes combatieron y derrotaron la guerra popular de los ochenta/noventa, y defender hasta la impunidad a los criminales guerrilleros y terroristas que siguen actuando.

Hoy se cumplen 68 años del único bombardeo atómico ejecutado en el mundo, en Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto 1945. Ejecutado para provocar la inmediata rendición incondicional de Japón. Así concluyó la Segunda Guerra Mundial y los vencidos fueron enjuiciados de inmediato, por sus crímenes de guerra y lesa humanidad. Aunque, no se juzgó a ningún vencedor por crímenes contra los vencidos. Quedando impune Stalin que pidió a los anglo-americanos incendiar Dresde con sus habitantes civiles (Alemania, febrero 1945). También quedaron impunes esas explosiones atómicas en las ciudades más emblemáticas del catolicismo japonés. De esta “experiencia” surge un fundamento de los falsos “derechos humanos”, denominado “Los Principios del Derecho de Núremberg”, instrumentalmente útiles para la persecución penal del enemigo.

Desde los sesenta se elaboran tratados sobre derechos humanos, duplicadamente: universales y regionales. Esta producción se denomina el “derecho convencional”, cuyos organismos internacionales, desde los ochenta, han sido copados por ONGs dominantes.

La manipulación de este aparato normativo e institucional explica la irracionalidad e ilegitimidad de juicios como “Cayara” contra militares, “El Frontón” contra marinos y el caso “Comando Rodrigo Franco” contra un régimen democrático.

Tampoco hay racionalidad jurídica en la persecución penal contra el régimen político excepcional de los noventa, del que “Chavín de Huantar” es lo más vergonzante del sistema judicial.

Los falsos “derechos humanos” pretenden obtener viles precedentes judiciales, para privar a la Sociedad de su derecho a la legítima defensa contra la permanente agresión para-militar marxista.

Dudo de la “objetividad y rigor” del museo inspirado en la mal llamada “Comisión de la Verdad”. Porque son caviares sus únicos y exclusivos autores.

Y, si alguna autoridad, civil o castrense, se rinde ante algún ONG prepotente, en detrimento de la defensa de los procesados por combatir al terrorismo, es porque existe ambición a la “repartija”. Mientras tanto, yo encuentro refugio en el dicho de González Prada: “que ningún Judas aplique las leyes de Cristo”.


Publicado en el diario “La Razón”, Lima, jueves 9 de agosto de 2013, pág. 8

sábado, 3 de agosto de 2013

¿Gobernar sin calidad parlamentaria?


¿Gobernar sin calidad parlamentaria?

SERGIO TAPIA T.



 

Nuestro modelo republicano-democrático no es parlamentarista, como en muchos países europeos, cuyas naciones confían su destino a gobernantes surgidos de las cambiantes mayorías parlamentarias. Una forma de elección indirecta ciudadana.

En nuestro caso es presidencialista. Nuestros gobernantes son elegidos por votación ciudadana directa. Y, gobiernan o frente o enfrentados al Congreso; gozando ambos; Presidente y Congreso, de la facultad de destituirse mutuamente, según las regulaciones que la Constitución señala.

Cuando el candidato presidencial obtiene votación exigua, en primera vuelta, no contará con el número mínimo de congresistas para formar por sí mismo su mayoría parlamentaria. Fue el caso del primer gobierno de Belaunde Terry (1963-1968) y el de la primera fase del largo gobierno de Alberto Fujimori (1990-1992).

En cambio, si el candidato presidencial obtiene un importante caudal electoral, se asegura un parlamento aliado para sus planes gubernamentales. Fue el caso del segundo gobierno de Belaunde Terry (1980-1985), los dos períodos de Alan García (1985-1990 y 2006-2011) y las restantes fases del prolongado gobierno fujimorista (1993-1995, 1995-2000 y 2000-2001).

El caso de Ollanta Humala es sui géneris. Goza de un parlamento complaciente y apacible. Complaciente, gracias a una especie de co-gobierno de tres agrupaciones parlamentarias que no desean ser oposición: los toledistas, los kusincsky-castañeda y los belaundistas. Apacible, porque la oposición fujimorista está desarticulada, carece de vigor y no muestra norte político. Y, muy apacible, porque los gajos de la izquierda radical no saben cómo constituirse en oposición congresal.

            El gobierno de Ollanta Humala, teniéndola fácil con ese Congreso apacible y complaciente, no gobierna bien porque carece de objetivos, habiendo perdido sin obra y con gran esterilidad el corto y el mediano plazo de su período de duración.

            La responsabilidad es de los caviares, que controlan políticamente la administración pública, con gran fracaso, como cualquier comunista siempre tiene.

            Pero, la responsabilidad que sólo es de Ollanta Humala y de su entorno partidario íntimo, ha sido la selección de los congresistas que forman hoy nuestro Parlamento. La falta de calidad ética de algunos, el compromiso revolucionario marxista de muchos de ellos y la incapacidad por parte de casi todos para conducir al país en las vías acertadas del bien común y del bienestar material.

            El Congreso tiene un rol importante es el sistema republicano-democrático de gobierno: Dar leyes justas y practicar el control político prudente y acertado. Nuestros actuales parlamentarios no satisfacen ninguna de estas exigencias políticas. ¿Por qué?

Porque nuestros parlamentarios adolecen de deficiencia ética. A la que suman otras deficiencias, según cada caso individualmente considerado: Preparación, lealtad, compromiso y actitud de servicio con sincero rechazo de servirse a sí mismos.

 La producción parlamentaria en los dos años de este gobierno ha sido deficiente legislativamente y escandalosamente anti-ética en el control político, como fue la repartija partidocrática de cargos en el TC, el BCR y la Defensoría del Pueblo.

El Parlamento que soportamos, prioriza la mayoría parlamentaria y no la racionalidad. Esto es un suicidio político y de gravísimas consecuencias para el país.

 

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 2 de agosto de 2013, pág. 8

http://larazon.pe/columnistas/10697-¿gobernar-sin-calidad-parlamentaria.html

 

No hay clase dirigente


No hay clase dirigente

SERGIO TAPIA T.



 

Los poderes del Estado, los gremios empresariales y la prensa; la cátedra universitaria y el sistema educativo estatal y privado, son lugares donde ordinariamente se desenvuelve la clase dirigente de un país.

Los poderes del Estado más sensibles para la conducción de la Nación, son los tres poderes clásicos: Ejecutivo, Parlamentario y Judicial.

Este mes de julio se inició con la escandalosa repartija parlamentaría de nombramientos por los próximos cinco años, en el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo y el Banco Central de Reserva. Aún repercute este acto de corrupción política en los medios de comunicación y en las protestas juveniles callejeras.

            A menudo se sostiene que la volatilidad constitutiva de nuestro Parlamento causa nuestra carencia de clase política, y se desdeña el alto porcentaje de congresistas que periódicamente ingresan (y salen) de la vida política parlamentarista.

            Pero, debe observarse que la corrupta repartija de los nombramientos, surgió y comprometió a las figuras más veteranas de nuestro Congreso de la República. Además que ha denigrado a todos los partidos sin excepción: Desde el oficialismo gubernamental del partido de Ollanta Humala y del partido de Alejandro Toledo, pasando por los partidos habituados a ser corifeos del gobernante de turno, como el PPC, y hasta la que debería ser una recalcitrante oposición fujimorista quedó manchada.

            Las excepciones honrosas fueron individuales y escasas, como Cecilia Tait. En el polo opuesto quedó muy desubicado el pepecista Beingolea, defendiendo los indefendibles nombramientos de los que luego han dado marcha atrás.

            Padecemos un gobierno cuyo Poder Ejecutivo no empezó bien, ni va a terminar mejor. Y, sufrimos un Parlamento totalmente ineficaz y cada vez más escandaloso en sus pecados públicos.

            Nuestra clase política es mendaz, no es clase dirigente.

            Y, debemos sufrir un sistema de administración de justicia contradictorio y desorganizado, e ignorante en un número crítico de sus componentes, y con muy mala imagen pública por la amoralidad en sus escalones inferiores e intermedios, y con mala fama en sus altas esferas por la subordinación a los poderes políticos de turno.

            Nuestro sistema judicial es complejo porque participan siete organismos públicos cuyas competencias causan interferencias: El Poder Legislativo en el ejercicio de sus facultades de control político, el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Jurado Nacional de Elecciones, el Tribunal Constitucional, la Justicia Militar Policial y la Defensoría del Pueblo. Además de los cabildeos que provienen de los organismos y personalidades del sector privado, entre los que destacan algunos estudios de abogados que se autodenominan ONGs, y engendros como la CVR.

            Da muchísima pena ver la postración de la Patria, contemplar la Nación, lamentar el Estado peruano que tenemos y sufrir por nuestra Sociedad.

            Nos ha correspondido vivir una gravísima crisis, que produce anomia social de consecuencias impredecibles, que todo lo afecta y corrompe.

            Tenemos clase política, pero carecemos de clase dirigente: ¿Dónde están los peruanos capaces, honrados, desprendidos y conocedores de las exigencias del bien común nacional?

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 26 de julio de 2013, pág. 8


 

Partidocracia destructiva


Partidocracia destructiva

SERGIO TAPIA T.



 

Uno de los regímenes legítimos es la república o democracia.

La democracia prioriza la libertad ciudadana, su signo distintivo es la elección de autoridades por plazo determinado. Aunque el acto de elegir no es privativo de la democracia, hubo monarquías electivas en el bajo medioevo español. La república (res pública, cosa pública) asegura que la ciudadanía participe (se informe, asesore y decida) en asuntos de orden político.

Las “repartijas” no forman parte de la democracia, ni tampoco de la república.

La partidocracia es gobernar con intereses partidarios, que se tornan prioritarios y se anteponen al bienestar general, la justicia y al bien común.

La partidocracia es la degeneración perversa de la democracia. Porque es engañar a la ciudadanía, para sustituirla y falsificarla.

Lo que es medio (el partido político) se instala como fin. Gobernar desde los intereses de algunos en reemplazo del bien común, deteriora el buen gobierno y controvierte la prudencia política.

Empaña la restauración democrática de 1980, las frecuentes caídas partidocráticas que venimos sufriendo. Como la de estos días con la escandalosa “repartija” para proponer candidatos para el Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo.

La designación de Defensor del Pueblo es por cinco años. Quien sea elegido ejercerá durante la segunda mitad de este gobierno nacionalista-peruposibilista, y durante la primera mitad del siguiente gobierno (al que aspira Perú Posible).

La selección de militantes partidarios para funciones que exigen imparcialidad, son una estafa a las expectativas ciudadanas.

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, jueves 18 de julio de 2013, pág. 8


 

Destrucción de la justicia


Destrucción de la Justicia

SERGIO TAPIA T.



 

            La ideología subvierte los valores de las sociedades. Una expresión del trastrocamiento social es la pérdida del significado de las palabras. La “justicia” es una de las preferidas para que extravíe su significado real.

Algunos se ensoberbecen de la actual civilización, por sus logros científicos y tecnológicos. Pero, por ser culturalmente relativista, no ayuda a pensar con acierto ni actuar con corrección; produciendo severas crisis sociales.

La práctica de influenciar sobre los funcionarios encargados de aplicar la ley, no ha sido desterrada. En este contexto aparecieron nuevos “estudios de abogados” que se autodenominan “ONGs”.

Algunos “ONGs” son multifacéticos: Se erigen como profesores para calificar ascensos de fiscales y jueces, asesoran intereses en procesos bajo la autoridad de sus magistrados-alumnos, disponen de patrimonios para financiar maestrías onerosas para los salarios estatales, se constituyen en tribunales mediáticos para pronunciarse sobre la conducta funcional de los jueces y fiscales en vísperas de ser ratificados en sus carreras.

Las oligarquías cambian por la movilidad social y por los ritmos ideológicos. Pero, sus prácticas continúan.

En tanto, los abogados que contrariamos a este “sistema” imperante, somos objeto de campañas de prensa difamatorias, somos reemplazantes de los reos que defendemos, para someternos a ejecución, a una “pena de muerte” cívico-ciudadana.

¿Por qué la “justicia” no es igualmente equitativa para militares y terroristas, para empresarios y agitadores políticos, para ex-gobernantes liberales y ex–presidentes caviares?

En la indagación de estas iniquidades estamos.

 

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, jueves 11 de julio de 2013


 

Destrucción del orden económico


Destrucción del orden económico

SERGIO TAPIA T.



 

La ideología comunista es demoledora de la economía de las naciones. Al igual que las diferentes vías del socialismo.

También perjudican el orden económico los gobernantes ineptos y los burócratas corruptos.

A la clase política le es exigible que conozca las exigencias concretas del bien común de la sociedad que le corresponde gobernar. En este sentido, es comprensible que dos líderes empresariales, el banquero Oscar Rivera y el minero Roque Benavides, se hayan pronunciado positiva y alentadoramente sobre la reciente Ley 30056 que destrabaría la inversión empresarial.

El marxismo y los socialismos predican sobre los derechos económicos del pueblo. Pero, contradictoriamente le producen daños económicos irreparables.

Promover y fortalecer la inversión empresarial, es la ruta más segura para perfeccionar la economía social, porque la empresa es la célula básica de la economía.

El comunismo es belicista en su concepción económica. Su impronta ideológica le hace percibir la empresa como un campo de batalla, en la que las organizaciones sindicales manipuladas, ejecutan acciones de lucha y violencia, para producir la subversión socio-económica. El marxismo es el refinamiento de las técnicas demoledoras de la economía.

Los comunistas están convencidos que de los escombros y cenizas del orden natural económico, ellos podrán re-crear un orden económico revolucionario. Pero, el siglo XX demuestra los resultados horrorosos padecidos por los pueblos bajo el yugo comunista. Como, aún, lo sigue padeciendo Cuba.

Lamento que países sudamericanos neo-subyugados, padezcan hoy crisis en sus economías, debido al Socialismo del Siglo XXI.

 

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, jueves 4 de julio de 2013, pág. 8

Destrucción del orden social


Destrucción del orden social

SERGIO TAPIA T.



 

La destrucción necia de la sociedad política se origina en las concepciones equivocadas sobre la familia.

La unión matrimonial, del varón y la mujer, es la que funda la sociedad familiar. La que se sostiene en el amor de los cónyuges, y está abierta a la procreación. Los padres gozan del derecho de educar a sus hijos, con los apoyos supletorios de la escuela y del Estado.

Pero, se intenta sustituir esos elementos de la familia. Cuando se presume que la sociedad conyugal puede constituirse por personas del mismo sexo. Cuando se impide ejercer el derecho a la educación de los hijos. Cuando se renuncia a procrear. Cuando se promueven sucedáneos de la familia, como las uniones de hecho.

En la sociedad política el Estado ejerce autoridad. Función que no siempre es legítima. Como cuando jueces, fiscales, policías, etc. se sirven del poder para saciar sus intereses.

Mayor peligrosidad revisten las ideologías, como el Liberalismo y los Socialismos (comunismo, nazi-fascismo, socialismo del siglo XXI). Porque deforman la visión de la realidad. Quien utilice el prisma ideológico –por muy buenas intenciones que tenga– causará desastres sociales.

Entre la familia y el Estado, hay una red de sociedades intermedias. El Principio de Subsidiariedad regula el rol del Estado y las ordena. Toda intervención subsidiaria es temporaria y como suplente. La titularidad de las funciones sociales reposa ineludiblemente en las familias y sociedades intermedias.

¡Cuidado!, todo “fortalecimiento” indebido del Estado, destruye el orden social.

 

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, jueves 27 de junio de 2013, pág. 8


 

Destrucción del orden político


Destrucción del orden político

SERGIO TAPIA T.



 

La persona humana es un ser eminentemente político.

Esto no quiere decir que el ser humano nazca en un partido político, o que para vivir requiera de la existencia de los partidos. Los partidos, en realidad, nada esencial tienen que ver con este tema del orden político.

El hombre es un ser político por ser capaz de vivir “organizadamente” con otros seres humanos. Y, esa capacidad de organizarse, requiere de un ordenamiento que es plasmado por el mismo hombre.

Es esa capacidad de ordenarse a sí mismo, en vida en común con muchas personas, es el orden político.

Orden que nace de la familia, y no del individuo. Porque, la familia es la célula básica del orden socio-político.

A partir del ordenamiento político de las familias, ese orden se bifurca en dimensiones locales y regionales, hasta lograr la cima que es la sociedad nacional o sociedad política, que es una sociedad de múltiples sociedades intermedias. Intermedias entre la sociedad familiar y el Estado.

Uno de los más fundamentales derechos políticos es el de “participación”. Que permite tomar parte, pasiva o activamente, en la vida social y política.

Por eso, preocupa la existencia de ese club de tiranos sudamericanos que se autodefinen del “Socialismo del Siglo XXI”, porque son enemigos de la participación política, una de cuyas expresiones es la libertad de elegir. Se auto-reeligen con manipulación y deciden arbitrariamente lo que es el Derecho desvinculándolo de la Justicia.

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, jueves 20 de junio de 2013, pág. 8

La destrucción del orden


La destrucción del orden

SERGIO TAPIA T.



 

Los seres conviven en un orden porque le es sustancialmente necesario.

Respetar el orden que corresponde a cada ser, es garantizar la propia naturaleza. De lo contrario resulta el caos y la depredación.

Los seres biológicos y animados, se someten al orden mediante la subordinación del instinto.

Pero, el ser humano se somete al orden natural que le corresponde, mediante un acto de razón. Orden que, racionalmente formulado y voluntariamente acatado; no descarta la posibilidad de ser rechazado, con rebeldía y disociación, mediante el abuso de la libertad.

El orden natural regulador de la vida humana, es complejo. Está constituido por diferentes expresiones: políticas, económicas, sociales, culturales y jurídicas.

La Historia (con mayúscula) configura un panorama del devenir de los seres humanos, del desarrollo de sus culturas y del ritmo de sus civilizaciones. Con ascensos y descensos, epopeyas y calamidades, grandes aciertos y profundas desgracias.

Con inmensa preocupación observamos que el orden político-económico-socio-cultural peruano, se agrieta, distorsiona y descuaderna.

Advertimos que esa negación del orden, proviene de personas que tienen el rol de sostenerlo, pero no lo hacen: Gobernantes y legisladores, jueces y fiscales, autoridades, magisterio y padres de familia.

Una ideología materialista nos envenena. Esa que se nutre en la vileza del socialismo. Ella es la que motiva la destrucción del orden natural del ser nacional peruano.

Un país que no respeta los principios que sostienen su orden, vertiginosamente pierde estabilidad. En esta trampa estamos hace más de una generación.

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, jueves 13 de junio de 2013, pág. 8

Cuidado con la heterofobia


Cuidado con la heterofobia

SERGIO TAPIA T.



            El Movimiento Homosexual de Lima (MHOL) anuncia demandar al Estado peruano por “homofobia” ante la ONU, la OEA y la Unión Europea. Con motivo del anuncio del Ministerio de Justicia, de no incluir el petitorio homosexual en el próximo Plan Nacional de Derechos Humanos.

Es una grave manifestación de intolerancia descalificar como “homofóbicos” a quienes contradecimos el petitorio homosexual, con sustento doctrinal, con fundamento moral y en ejercicio de la libertad de opinión.

            “Fobia” es tener miedo irracional, obsesivo y angustioso. Padecer “fobias”, exige tratamiento médico.

            Pero opinar con fundamento contra la irrestricta liberación pública de las conductas homosexuales, no es ninguna “fobia”. Porque su causa no es el miedo, sino la racionalidad del argumento.

Sociológicamente, en distancia con la medicina, “fobia” significa odiar. Así, la “xenofobia”, es el odio al extranjero. No puede descartarse que un heterosexual “odie” a los homosexuales, pero es éste quien será individualmente un homofóbico.

Calificar de “homofóbicos” a todos los heterosexuales, es la manifestación del odio homosexual. Es, también, emplear medios para el debate censurados por la ética.

No es “homofobia” constatar y difundir que la naturaleza humana no es hermafrodita (la constitución individual no tiene ambos sexos). Por eso los heterosexuales (“hetero” significa diferente), tienen atracción al sexo opuesto. Lo que concuerda con el orden natural, que asegura de este modo la conservación de la especie humana.

No es nada democrático que, una minoría, intente imponerse violentando los derechos y convicciones de las mayorías nacionales.

 

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, jueves 6 de junio de 2013, p. 8