jueves, 4 de enero de 2018

Despotismo en el Tribunal Constitucional - La Razón

Despotismo en el Tribunal Constitucional
SERGIO TAPIA T.

            La monarquía, gobierno legítimo con el que se da inicio a la formación de las naciones, obteniendo su unidad en la identidad, mediante la unidad en el mando político, tiene su ilegitimidad en la expresión del gobierno tiránico. En la etapa previa a la Revolución Francesa, la tiranía no fue patrimonio de un soberano en el desquicio, se ideologiza aspirando a justificarse en el absolutismo, y por su ideologización se difunde como moda. Que no sólo está expresado en la difundida frase de Luis XIV “el Estado soy yo”. El absolutismo de estado ha contagiado diversidad de naciones y tiempos, durante los últimos tres siglos.
            Frente al absolutismo de los que detentan el poder político, surge el reclamo y la exigencia de la participación política ciudadana, amplia, republicana y democrática (que son dos conceptos distintos). Sin embargo, a veces nos topamos con funcionarios empoderados que sueñan absolutizarse en la función estatal que ejercen. Esto está pasando en nuestros días, cuando se escucha de parte de los cuatro del Tribunal Constitucional (TC), reclamar una fusión (confusión) entre su persona individual y la función estatal que ejercen. De tal manera que, cuando constitucionalmente es puesta en evaluación el ejercicio de la función que les ha sido confiada, por denuncia ciudadana de haber incurrido en infracción a la Constitución y en delito de Prevaricato; asombra que la respuesta que ensayan sea que, con sólo la investigación de la que se es objeto, se está vulnerando la “autonomía” del TC (¿? … ¡!).
            Es decir, “el Tribunal Constitucional soy yo”. Esta apropiación personalísima del cargo y la función pública, es peligrosísima para la república (división de poderes o funciones del Estado) y la democracia (una de las tres formas legítimas de gobierno, la que promociona la más plena participación en la decisiones y promueve la libertad en política legitimada).
            Federico II de Prusia (gobernante de la línea del absolutismo monárquico) solía reclamar: yo expropio, yo robo, yo hago lo que mi voluntad propone; ya me legistas encontrarán estupendas razones para justificarme.
            Nunca imaginé que como consecuencias de la denuncia constitucional de once marinos, contra cuatro de los miembros del Tribunal Constitucional que mancillaron en marzo pasado los principios constitucionales de inmutabilidad de la cosa juzgada, de no revivir procesos fenecidos y dejar sin efecto resoluciones ejecutoriadas; quebrantando gravemente el estado de derecho y la estabilidad jurídica. Todo ello mediante resoluciones prevaricadoras, que no se justifican ni corresponden al ejercicio de su función. Iba a producir el develamiento de una identidad absolutista en estos cuatro altos funcionarios del Estado: Creerse dueños de la función, ejerciéndola sin tolerar los controles republicanos, ni adecuarse al respeto de la expresión (la denuncia) democrática ciudadana: ¡Qué barbaridad! En manos de quien está la justicia constitucional en nuestro país.

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 8 de diciembre de 2017, p. 6

Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/

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