No
solo es anti-minería
SERGIO TAPIA T.
La gestión de un presidente regional ha sido destinada para
obstruir en su territorio una acaudalada inversión minera.
Para
este propósito utilizó recursos vedados por la ley (fuerza, amenaza y
chantaje), causando efectos indeseables para la paz y la tranquilidad; los indispensables
factores de nuestra armónica convivencia nacional.
Además,
produjo un gravísimo daño al pueblo cajamarquino, a quien le postergó su
derecho al desarrollo económico y social, y con él, su perfeccionamiento cultural
y moral. Tanto daño, sin razón suficiente.
El mal
perpetrado permanece impune, y ha desembocado en un proceso de empoderamiento
de los cabecillas subversivos en la región.
Los
obligados a ejercer la autoridad del Estado, han dado muestras de abdicación, de
indiferencia ó de tímidas reacciones infructíferas ¿Qué espectros de nuestro
deformado horizonte político han logrado paralizar al Estado?
El
problema es de orden ideológico: el socialismo. Por lo tanto, es de naturaleza
política. Frente a ello, la empresa privada no es la llamada a protagonizar
roles; sino el Estado, que es el garante del bien común.
La
ideología socialista, en sí, no es anti-minera; es enemiga de la inversión
privada en todos los medios de producción y en cualquier sector de la economía,
lo que incluye a la minería.
La
minería está en la primera línea de la confrontación de esa “revolución de los verdes”, promovida
por los que antes decían de sí que eran los “rojos”.
El
asedio proseguirá contra la inversión privada, como subversión ó como estatismo.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, jueves 18 de abril de 2013, pág. 8
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