A
25 años del atentado contra Vega Llona
Por Sergio Tapia
T.
El 6 de diciembre de 1988 fue asesinado, por el Partido
Comunista del Perú, el Capitán de Navío AP Juan Carlos Vega Llona, cuando
cumplía las funciones de agregado naval en la embajada del Perú ante Bolivia.
La motivación del crimen fue de doble propósito: acto de venganza y seguir
causando terror.
¿Qué hizo Juan Carlos para que le pegaran un tiro en la
cabeza, y por la espalda, en una esquina del centro de la ciudad de La Paz? ¿Quién
se vengaba, y de qué se vengaba?
El comandante Vega Llona, en 1986 ejercía la Jefatura del
Estado Mayor de la Fuerza de Infantería de la Marina de Guerra del Perú, y el
19 de junio había compartido el ejercicio del mando para debelar el motín de
los presos por terrorismo en la isla-penal El Frontón, episodio del que salió
victorioso. Pero fue identificado por la organización terrorista a la que
pertenecían los aproximadamente 152 internos (era una cárcel en la que los
guardias no podían contar el número de presos), de los que 34 sobreviven y
circulan gozando de libertad por la condescendencia de los gobiernos de
Paniagua y Toledo, salvo uno que aún podría continuar purgando condena merecida
si es que la actual administración no lo ha “liberado”.
El Partido Comunista “sentenció” a muerte al prestigioso
oficial de la Marina, para escarmiento y venganza. Porque todos los amotinados,
los vencidos y los que se rindieron, fueron declarados “héroes” por el partido
(“El Día de la Heroicidad” se titulaba el folleto subversivo conmemorativo).
El crimen terrorista es una acción delictiva
multipropósito y compleja. Causa víctimas mediante la perpetración de un delito
común: Vega Llona fue asesinado. Pero, también es un delito intermedio para
producir otras desventuras: Causa temor en la población, que inerte observa
cómo se desangra la Nación a través del asesinato cuasi impune de cualquiera de
sus hijos. La producción del miedo a escalas socialmente impactantes, es el
modo de conquista brutal y salvaje del marxismo-leninismo-maoísmo. Que trata de
imponerse políticamente sobre una comunidad nacional aturdida, medrosa,
desorientada y presa de un contagiante síndrome de inseguridad.
Pero, el terror como instrumento de dominación política,
no es patrimonio exclusivo del comunismo, porque el primer régimen liberal en
la Francia dieciochesca se impuso con el terror aplicado desde los gobernantes
revolucionarios, como queda el tristemente célebre ejemplo histórico de Robespierre.
Aunque por la perversión ética del comunismo, sus partidarios han obtenido una refinación
diabólica en el uso del terror. Hasta límites sádicos, a los que el paroxismo
revolucionario ordinariamente conduce.
En los últimos 20 años se ha producido, en escala global,
una “blitzkrieg” cultural por los comunistas, en la que sobresale los frutos
obtenidos en la dimensión jurídica, que hasta ahora no se ha podido revertir.
Hoy vivimos en una tormentosa etapa revolucionaria
inédita, con implicaciones jurídico-judiciales, en la que los delincuentes de
ayer son receptores de elogios, premios y disculpas, y los virtuosos de antes
son objeto de inimaginables persecuciones penales, cínicamente crueles.
Juan Carlos Vega Llona, el jefe del operativo del rescate
de rehenes en El Frontón, fue asesinado hace 25 años. Sus subordinados que le sobreviven
padecen hoy la más grave de las injusticias, porque el Poder Judicial de esa
misma República que como militares defendieron arriesgando sus vidas, actualmente
ejerce sobre ellos la persecución que suscita los intereses ideológicos de la
Revolución cultural y gramsciana.
Los marinos que murieron en combate o posteriormente
fueron asesinados por la espalda, como Vega Llona, así como los que sufren
persecución penal injusta, merecen ser reivindicados en su honor y por su rol
de defensores de nuestro sistema político y religioso-cultural.
Reivindicar
a nuestros militares que aún luchan contra la subversión marxista, es de
ineludible deber por quienes tengan conciencia de lo que nos está pasando, en
medio de la embriaguez subversiva que produce persecución y muerte.
A Juan Carlos Vega Llona, a quien acompañé como abogado
por el caso El Frontón, hasta su vil asesinato: ¡Presente!
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, lunes 9 de setiembre de 2013, pág. 5
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