Amoralidad
e inmoralidad
SERGIO TAPIA T.
El título no lo inspira la opacidad ética de nuestra transitoria
pareja presidencial, ni la millonaria compra-y-pérdida de pañales de nuestras dos
últimas ex-ministras de “Mujer y Poblaciones Vulnerables”.
El tema se relaciona con una constante: En diferentes
ámbitos sociales (la política, los negocios, la contratación pública y privada,
el quehacer académico, y en las más diversas expresiones de la sociabilidad
humana), hay rechazo a la regulación moral; no se toleran normas éticas. ¿En
queda, entonces, el principio fundamental de la moralidad de los actos humanos:
“Hacer el bien y evitar el mal”?
Desde la reflexión cristiana se replantean, con
extraordinaria riqueza conceptual, los dilemas éticos sobre la persona y la
sociedad.
Pero,
también encontramos la misma preocupación -por la moralidad- en pensadores no
cristianos como Zygmunt Bauman, polaco de origen judío, ex-militante comunista.
Por el sociólogo francés Giles Lypovetsky y por la filósofa española Adela Cortina
que se inspira en la ética marxista.
Bauman,
planteó que el llamado holocausto no es sólo imputable a la discriminación
nacionalsocialista sino que es el producto genuino de las ingenierías sociales que
advienen con la modernidad. En su reciente libro “Ceguera Moral”, denuncia “la
insensibilidad moral y el deterioro moral progresivo”, que nuestra época se niega
aplicar la moral al quehacer humano, consecuentemente, “ignorar o prescindir”
del compromiso moral, es hacer lo que dé la gana. Es lo que conviene al egoísmo.
Pero, el problema de hoy es la pérdida de la capacidad de indignación y de
reacción de los demás. La sociedad ha “perdido sensibilidad moral”.
Para
Lypovetsky el racionalismo (la “diosa razón” del liberalismo dieciochesco) se sustituyó
por el placer y el sentimiento. El consumismo material se reemplazó por vivir
de emociones y del erotismo, de las drogas y la crueldad.
En
esta desolación moral, Adela Cortina fue premiada por su libro “Para qué sirve
la ética”.
Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 12 de junio de 2015,
pág. 6
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