Derrota
moral de Susana Villarán
SERGIO TAPIA T.
Lima es la ciudad de pueblos y comunidades de diversa
procedencia: Los oriundos de Lima y los provincianos; las diferencias generacionales,
los matices urbanos, los distritos de tradición y las urbanizaciones nóveles,
etc. Hay otros ingredientes de singularización, como es la religiosidad. Porque
la pertenencia a una comunidad de fe, sociabiliza. Los católicos seguimos
siendo la porción mayoritaria, y los cristianos evangélicos muestran un
crecimiento vigoroso.
La
Coordinadora Nacional Pro-Familia (evangélicos) realizó el día de ayer,
miércoles 23 una Gran Marcha “Por la
Familia y Los Valores”, del que guardo memoria fotográfica y filmación sobre
el destacado número de ciudadanos participantes.
Los socialistas
y comunistas, serán revocados del gobierno Municipal de Lima, en marzo, en un
acto democrático.
Los gobernantes
tienen dos legitimidades: de origen y de ejercicio. La más importante es la legitimidad
de ejercicio, que mira la capacidad de cumplir los propósitos.
La alcaldesa Susana Villarán se embriagó en el poder
municipal, y confusa en sueños revolucionarios,
pretendió arrasar valores que la sociedad limeña conserva y defiende: la moral
púbica, el recato, la decencia, el decoro.
La alcaldesa
de Lima se ilegitimó por promover campañas pro-gay, por aplicar recursos municipales
en pro de sus apetencias particulares y a favor de sus prejuicios ideológicos.
Los evangélicos la derrotaron, moralmente, ayer. La movilización
fue numerosa y militante. Lima es un reducto para los valores, para la familia,
para la vida, para el orden natural, que respeta la realidad sin deformaciones
ideológicas.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, jueves 24 de enero de 2013, pág. 8
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