De
Conga a Cañariaco, y vuelta
SERGIO TAPIA T.
Para los marxistas la realidad es incomprensible; le
sucede a Susana Villarán, la alcaldesa limeña de pronta revocación.
La
Iglesia Católica afirma que el marxismo es “intrínsecamente
perverso”, porque nada bueno hay en él.
Es
una ideología violentista. El comunista es delincuente por motivación
ideológica. El marxismo produce guerrilleros, terroristas, saboteadores y gobernantes
crueles con afán de permanencia.
El empresariado
aún no pondera la amenaza que los confronta. Desacierta el considerar respuesta
contrasubversiva a la responsabilidad social empresarial. La que ni es adecuada
ni es suficiente, porque tiene limitaciones por su propia naturaleza.
No somos
optimistas en el pronóstico del rol del Estado frente a la subversión. No sabe
qué hacer, desde que se inició Conga (que
es el modelo, a escala), se extendieron sus réplicas y hasta la actual expresión
subversiva de la economía que es Cañariaco.
En el
siglo veinte, el marxismo manipuló el sindicalismo para trastocar la empresa desde
dentro. En el siglo veintiuno, manipula poblaciones aledañas a los centros de
producción, para subvertir la empresa desde fuera.
Los marxistas
controlan organismos internacionales (en la ONU y la OEA), con la suicida complacencia
de los servicios diplomáticos. La investidura de internacionalista la usan para
doblegar gobiernos hostiles, y blindar dictaduras pro-comunistas. Han infiltrado
el Poder Judicial, al que perversamente depravan.
Se
cierne la amenaza de ser sacudidos nuevamente por la subversión marxista.
Será
una recaída, porque poco o nada se aprendió de la experiencia de los sesenta-noventa.
Publicado
en el diario “La Razón”, jueves 31 de enero de 2013, pág. 8
No hay comentarios:
Publicar un comentario