Anomia
del PPC, derrota del “NO” y chuponeos.
SERGIO TAPIA T.
Los rojos
de la municipalidad limeña fueron revocados. Es el triunfo del “SI”.
La solitaria
continuidad de Villarán, como alcaldesa, resulta del maquiavélico juego del PPC.
Partido que, para el clasificador marxista, es de pequeños burgueses; es decir,
profesionales emprendedores descastados y arribistas políticos.
El
PPC padece de anomia. Por lo que se deslizará a las profundidades del laberinto
ideológico y la pérdida del sentido estratégico-político.
Hace
un par de años, Villarán ganó la alcaldía limeña, contando con un raquítico caudal
electoral. Debe su elección a Lourdes Flores, candidata del PPC, cuya inmadurez
para reprimir sus pasiones desbocó en los “poto-audios”,
con los que liquidó su promesa electoral.
Recientemente,
para impedir la revocatoria de Villarán, el PPC pactó con la alcaldesa socialista
y se constituyó garante por lo que resta de su administración.
El PPC
se reclama defensor de principios: ¿Es principista aliarse con los marxistas? Salvo
para los “Kerenski”, no lo es para
nadie más.
Algo
de génesis social-cristiana hay en esto. Los democristianos, en los 60s, solían
constituirse en antesala al socialismo, como en el Chile de Allende y el
velascato peruano.
El
PPC ha reducido su estatura ético-política, para pasar por la estrecha puerta del
pragmatismo. ¡Qué transformaciones produce el apetito insatisfecho! Y, el poder
es algo tan efímero.
Sobre
el recurso al chuponeo en las campañas electorales marxistas, es sólida la
investigación de Frank Kleskeich: “Rosa
María Palacios, Villarán y los espionajes telefónicos”.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, jueves 21 de marzo de 2013, pág. 8
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