Ecosocialismo
y marxismo ambientalista
SERGIO TAPIA T.
El marxismo renueva su capacidad de innovarse, y presenta
nuevas caretas para ocultar su verdadero rostro, monstruosamente antihumano.
El “ecosocialismo” es el nuevo rostro del marxismo, como ya
han habido otros, ya desmentidos o envilecidos: “defensor de los trabajadores”,
“un mundo mejor”, “sociedad sin explotados”, “teología de la liberación”, “socialismo
del Siglo XXI”, etc.
Bolivia es el primer Estado declarado constitucionalmente
como ecosocialista. Y, como tal, ha sido país sede de una reunión preparatoria
para que el bloque de marxistas, de diversos países, se preparen para presionar
en la próximo Cumbre Climática a realizarse en París, el próximo mes de
diciembre.
Es curioso que el primer país socialista, la URSS,
persiguió penalmente y expulsó a cuanto conservacionista y ambientalista osó
pisar su territorio.
El cambio de actitud es que hoy el ambientalismo es
políticamente rentable, desde la oposición. Porque permite al marxismo la
crítica al sistema capitalista, incriminándole de todo daño medioambiental.
El sistema político socialista ha sido causante de la
mayor tragedia ambiental: el desastre de la planta nuclear de Chernobil. El
daño fue 500 veces mayor que la bomba atómica de Hiroshima, se afectó una
población mayor de cien mil personas y se causaron problemas a 13 países
europeos.
En contraste, los comunistas no son capaces de tolerar ni
los accidentes, sin intencionalidad criminal y sin mediar negligencia punible.
El más pequeño derrame de mercurio, que pueda causar un camión de alguna
empresa proveedora de una compañía minera, es motivo para grandes escándalos y
denuncias.
El ex parlamentario socialista argentino, Zaffaroli, hoy
juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, promueve que los daños
ambientales causados por el empresariado minero sean clasificados como delito
de Lesa Humanidad.
¡Qué
rara sindéresis jurídica! Pues, los delitos de Lesa Humanidad son actos de
ataque a poblaciones civiles. ¿Y, cuál es la intención de “atacar” por parte de
un empresario? Sólo es posible en una mentalidad marxista, enceguecida por su odio
a todo lo que contradiga su ideología: religión, filosofía, ciencia, tecnología
y moral.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 16 de octubre de 2015, pág. 6
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