El neo-marxismo tras Verónika Mendoza
SERGIO TAPIA T.
El
Perú ha sido campo de pruebas de todas las estrategias marxistas desarrolladas
para la toma del poder, desde los últimos 85 años.
Hemos
tenido socialistas de diversas tendencias y partido comunista expresamente
instalado, que ha co-gobernado o al menos crecido a sus anchas, a la sombra del
poder de turno, en diversas circunstancias.
En
los años 20 José Carlos Mariátegui, la personificación del marxismo en el Perú,
gozó de los favores financieros del gobierno de Leguía, para una larga estadía
en Italia y visitas a Alemania, Austria, Bélgica, Checoeslovaquia y Francia.
El
gran enemigo del crecimiento del comunismo, fue el APRA (fascismo de
izquierda), que conquistó en los años treinta la juventud y la organización
sindical. En algo contribuyó también en alejar las masas del comunismo, en
parte de ese mismo decenio, el presidente caudillista de corta existencia, el comandante
Luis M. Sánchez Cerro y su partido la Unión Revolucionaria (fascismo de derecha).
En
los cuarenta, durante el primer gobierno del liberal Manuel Prado, apodado el
“Stalin” peruano” (por la gran cercanía del partido comunista peruano, por
orden de los soviéticos), los comunistas de entonces se beneficiaron con las
dádivas del Estado.
A
lo largo de los cincuenta y de los sesenta, el partido comunista inicialmente
pro-soviético, se fue desintegrando en una multitud de individualidades
apartidarias y en minúsculos grupos, todos seguían haciendo su tarea:
ideologizando y agitando sindicatos y estudiantes.
También se inauguraron
otras líneas metodológicas: En 1962 los trotskistas con el cuzqueño Hugo Blanco,
y el intento guerrillero en La Convención, asesinando a 3 policías, luego amnistiado
por el gobierno socialista del general Velasco Alvarado. En 1963, auspiciados
por Cuba, la guerrilla en Madre de Dios, encarnada en Javier Heraud (exalumno
del Markham y de La Católica: un caviar guerrillero). En 1964 los pro-cubanos
guerrilleros, personificados por José Agustín de la Puente Uceda, tras visitar
países comunistas que exportadores de violencia, como China roja y la Cuba
sangrienta de los hermanos Castro, fundó el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR) y desarrolló guerrillas en Mesa Pelada (Cuzco), siendo
abatido. En 1965 se produjo otro intento guerrillero más.
Curiosamente, todos los
sobrevivientes de estas huestes criminales, fueron amnistiados por los
miliatres velasquistas y nos gobernaron. Sí nos gobernaron.
1968
a 1975 será un período nefasto para el Perú: Nuestros militares se tornaron
hacia el socialismo, golpearon y gobernaron con el partido comunista
pro-soviético, sus asesores y funcionarios principales eran los guerrilleros
que el general Velasco Alvarado amnistió. Durante este período se prepararon
para el gran asalto guerrillero las huestes pro-pekinesas de Abimael Guzmán que
nos desangrarán durante 15 años (1980-1995) y aún quedan “remanentes”, así como
las escuadras guerrilleras del MRTA.
La
izquierda engordó y creció bajo el Estado durante el siglo XX. Y, ahora, para
este proceso electoral, se presenta como una opción fuerte, con una soberbia de
triunfadores, amenazando a la diestra y enfervorizando a la siniestra.
Personificada en Verónika Mendoza, una cuzqueña-francesa, muy ideologizada, que
porta en su programa de gobierno, en sus propuestas en plazas y en las personas
de sus candidatos al Congreso, lo más vil de la política nacional, los
antivalores peruanos, la negación del cristianismo y la incivilización más
encarnizada.
Si
este fin de semana en el Perú sucede lo que Chesterton solía vaticinar para las
democracias modernas, es decir, sin son más del 51% los electores “estúpidos”
(la palabra es de Chesterton); habremos arrojado el país a las fauces del
comunismo.
Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 8 de abril de 2016, pág.
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Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/
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