28
de julio: ¿Qué celebramos?
SERGIO TAPIA
Celebrar fiestas patrias, no es como un cumpleaños
colectivo, para contabilizar el paso de los años. Es tener memoria de lo que nos
ha sido dado como nación: El ser nacional y la vocación en el concierto universal
de naciones. Es reconocer la herencia histórico-doctrinal que da origen y fundamento
a la comunidad nacional.
La
patria la forjaron nuestros antepasados. La nación, hoy, la formamos nosotros. Patria
y nación están estrechamente unidas.
Por vaivenes
político-ideológicos, la fecha de las celebraciones patrias puede ser movible. Se
viene estilando designar el inicio de la etapa republicana de gobierno. Pero,
las celebraciones patrias comprenden mucho más, no pueden restringirse a una de
las formas de gobierno. Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres forman parte
de la peruanidad, aunque no pertenecieron a la república peruana. Igualmente los
incas y las culturas que los antecedieron.
Consustancial
al patriotismo es guardar memoria de los héroes-soldados. Perennizar a quien sacrificó
su vida por el bien común, suscita admiración y dispone imitarlo. Es universal
que las tradiciones militares impregnen el patriotismo.
Los
conocimientos y sentimientos patrios se cultivan, no son espontáneos. Por lo tanto,
hoy, la nación peruana no puede ser indiferente ante el sacrificio de nuestros
soldados y policías, que caen abatidos en la guerra desatada por el marxismo
subversivo y terrorista. Debemos elevarnos en dignidad ante nuestros
contemporáneos que pasan a integrar nuestra herencia patria. Rendirles homenaje
es dar inicio a su memoria.
Publicado en el diario “La
Razón”, Lima, jueves 26 de julio de 2012, pág. 6
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