Marxismo
y antiminería
SERGIO TAPIA
Las empresas mineras privadas en Conga (Cajamarca) y en Tintaya
(Espinar, Cuzco), no son infractoras de la conservación de la naturaleza, ni se
han enemistado con el pueblo. Ellas son víctimas, como lo serán a su turno el
resto de empresas privadas del Perú, del holocausto revolucionario que los
comunistas intentan perpetrar en el Perú.
La sistemática concientización anti-minera, iniciada hace
11 meses, es pura metodología revolucionaria (y de la rancia). Responde a
motivaciones ideológicas. Forma parte del proceso subversivo marxista. Los
problemas que se imputan a Conga y Tintaya, son el gran psicosocial marxista.
Las injusticias
reales y ciertas no son motores de la revolución marxista. Si lo son la
capacidad organizacional comunista y sus técnicas manipuladoras de las organizaciones
de fachada.
Mucho
costó, al Perú, erradicar el comunismo en los ochenta y noventa. No es justo, por
la memoria de las miles de víctimas que nos costó el baño de sangre terrorista,
que por ineptitud o inacción se deje en herencia para nuestro futuro inmediato
un marxismo fortalecido capaz de mantener en jaque al país.
Abatir
las falsas banderas reivindicativas marxistas, donde se encuentren, debe de ser
la consigna del Estado, de los partidos democráticos y de la ciudadanía toda.
La
Comisión Interamericana de Derechos Humanos ya se pronunció sobre Conga. Porque
los comunistas han descubierto que el Poder Judicial es eso: Un “poder”, al que
manipulan desde los organismos internacionales, no por estar infiltrados sino porque
ya los tienen copados.
Publicado
en el diario “La Razón”, jueves 12 de julio de 2012, pág. 6
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