El
poder destructivo del marxismo
SERGIO TAPIA
La dialéctica marxista es un poder destructivo contra las
personas, familias, empresas, iglesias y el Estado.
Según
Lenin, el poder debe ejercerse por los “soviets” (asambleas o grupos de
comunistas). Los ONGs embriagados por el recetario marxista, aspiran ser los “soviets”
del siglo 21, aspiran ejercer el poder subversivamente.
El
viejo marxismo decimonónico se camufló en los DDHH adulterados, para dar impunidad
a sus “camaradas” guerrilleros y terroristas, y desestabilizar valores (como el
honor y la disciplina militar) siguiendo a Gramscy, el comunista italiano, dialéctico
demoledor de nuestra cultura.
Algunos organismos internacionales, otra versión de
“soviets”, se empeñan en quebrar las soberanías estatales. Porque los tontos
útiles permiten la manipulación del asambleísmo mediante el que la ONU y la OEA
adoptan sus decisiones. Resultando, en los últimos 25 años, que el marxismo haya
asegurado su influencia monopólica en la internacionalización de los DDHH.
Todas
las sentencias de la Corte Interamericana, contra el Perú, califican al Poder
Judicial como el violador sistemático de DDHH. Por lo que no es novedad la
reciente arremetida contra la sala penal suprema presidida por Villa Stein.
Los marxistas
han descubierto que el “Poder Judicial”
es eso: “un poder”, y pretenden
demolerlo e infiltrarlo, y bajo su control doblegar al resto del Estado y a toda
la Sociedad Peruana. Es la subversión política.
¿Seremos
espectadores ante la pretensión marxista de hacer del Perú un país anti-minero,
anti-militar, anti-cristiano, negador de su soberanía, pro-terruco y
empobrecido material y espiritualmente?
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, jueves 27 de setiembre de 2012, pág. 6
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