PPK, la consagración como hoja de ruta
SERGIO TAPIA T.
El viernes 21 de octubre, es un mes
de especial devoción manifestada por procesiones numerosísimas acompañando el
paso del Señor de los Milagros, el presidente de la República ejerciendo “la
autoridad que se me ha otorgado” declaró bajo juramento “cambiar todo lo que
nos separa de” Dios. Previamente había puntualizado que “con la autoridad que
se me ha otorgado, hago un acto de consagración de mi persona, mi familia, aquí
presente mi esposa, y la República del Perú”.
No es la primera vez que la Nación
peruana se consagra a Dios, tampoco que lo haga un presidente de la República.
El 12 de diciembre de 1954, con ocasión de la clausura del V Congreso
Eucarístico Nacional, ante más de doscientas mil personas, en Lima, Manuel
Odría presidente de la República señaló
que “la fe católica había sido siempre profesada y defendida por el Gobierno
Peruano y que ahora la confesaba públicamente”.
Consagrar,
en una de sus acepciones, es hacer sagrado a alguien o a algo. Hace una semana,
el presidente de todos los peruanos que “es el jefe del Estado y personifica a
la Nación” (Art. 119, Constitución), puso en manos de Dios su “gobierno con
todos sus trabajadores y ciudadanos que están bajo mi responsabilidad” y además
“ofrezco a “Dios Todopoderoso mis pensamientos y decisiones como Presidente”.
Una
consagración no es un sortilegio. No quita la libertad de las personas y su
responsabilidad individual por sus actos. Es una declaración de intenciones,
bajo juramento. El presidente expresó esta intención política: “siempre estar
consciente de los Diez Mandamientos al gobernar[lo]”.
Un
acto de consagración requiere ser consciente, deliberado y querido. Entonces se
entiende que desde los predios católicos se exija rectificaciones al
presidente, por las decisiones sobre moral pública que se asoman amenazantes contra
la vida y la familia.
La consagración de PPK es una
rectificación pro-vida y pro-familia, que debemos creer, esperar y demandar su
cumplimiento. Es como la Hoja de Ruta de Humala, por cuyo mérito fue electo
presidente, porque se comprometió en no aplicar el chavismo absolutista.
El acto de consagración de PPK es
legítimamente constitucional, porque el Estado peruano ni es laicista ni ateo.
Nuestra Constitución invoca a “Dios Todopoderoso” en el Preámbulo; reconoce el
ejercicio de la libertad religiosa sin límites (salvo la preservación de la
moral y el orden público); los ministros y altos funcionarios juramentan ante
el Dios crucificado y la Biblia (salvo los no católicos que optan por la
promesa), y en el artículo 50 reconoce a la Iglesia Católica como importante
elemento de la formación histórica, moral y cultural del Perú.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 28 de octubre de 2016, p. 6
Blog (colección artículos publicados en
La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario