La mentira subversiva y El Frontón
Sergio Tapia
La subversión es el trastrocamiento
del orden, de todo orden; sea político, económico, social, religioso, cultural,
lógico y ético. Hay actitudes que parcialmente desordenan, y hay ideologías que
universalmente lo subvierten todo. Como el marxismo, que mediante su
conceptualización acerca de la alienación humana, altera la política porque
considera que la sola existencia del Estado es alienante, razón por lo que el
Estado debe desaparecer. Desordena la economía por considerar que la sola
existencia de la propiedad privada produce dependencia, por lo que promueve estatizar
todos los bienes. Trastorna el orden social al intentar eliminar todas las
clases sociales. Altera la vida religiosa, al estimar que es opio del pueblo,
por lo que el marxismo es siempre perseguidor inmisericorde de toda creencia
religiosa. Perturba la cultura, al abajar el pensamiento filosófico al
materialismo dialéctico y al materialismo histórico. Descompone la lógica, al
asumir la contradicción como compatible a la deducción acertada. Turba la
ética, al estimar que la mentira y el engaño pueden ser enaltecidos, si son
útiles al triunfo de su Revolución.
Qué problema tener marxistas sueltos en plaza, conviviendo socialmente
con los demás ciudadanos. Porque matan, cuando ejercen su compromiso ideológico
en la condición de guerrilleros y terroristas. Como fue en los sangrientos
tiempos que todos los peruanos sufrimos desde los 80s y los que aún continúan siendo
víctimas en el VRAEM. Porque enaltecen publicitariamente sus horrendos
crímenes, mediante mausoleos, parques, monumentos y museos; se enorgullecen de
sus crímenes paseando por nuestras calles las fotografías de sus dirigentes aún
presos por sus crímenes, como esa marcha aún impune del pasado 1 de mayo, de la
cual quienes padecen de “cretinismo jurídico” (es un dicho de Lenin, sobre sus
enemigos) aún discuten sin hacer nada, si es o no es apología del terrorismo.
Como lo ha sido la convocatoria del MRTA en el Hotel Bolívar, el reciente 3 de
mayo, con la asistencia de un guerrillero colombiano del M-19.
¿Qué nos pasa? ¿Hemos perdido la capacidad de indignarnos? Frente
a las diversas formas de lucha de los marxistas: a su sindicalismo
revolucionario que subvierte a la empresa desde dentro; a sus “licencias
sociales” que altera el funcionamiento de las empresas desde afuera; la
concientización ideológica forzada y el pensamiento único que imponen los
pseudo-profesores universitarios; la manipulación de los cuadros de maestros
escolares, inermes en medio de la operación de tenaza de la que son objeto por el
MINEDU ideologizado por el género antihumano y el SUTEP ideologizado por el
comunismo destructor.
Hay, otras “formas de lucha” aún no reprimidas, como el
asalto ideológico a las magistraturas judiciales. Asesinos terroristas casi no hay
purgando penas, han sido re-sentenciados disminuyéndoselas ínfimamente y están
libres, al acecho de nuestros descuidos. Por ahora hacen marchas o convocan reunirse
en el Bolívar. Pero, son combatientes experimentados en la guerrilla y el terrorismo,
de muchos años y en muchas batallas. Libres gracias a los jueces, que hoy se
enfocan a la persecución de nuestros miembros de las FFAA, para asestarles
condenas injustas, con dureza inmisericorde. Porque hay jueces que administran
justicia revolucionaria, revanchista, pro ideológica y anti-peruana.
Esta ideologización de la magistratura judicial se extiende cancerígenamente,
y ya llegó a las esferas del Tribunal Constitucional. Órgano estatal que ha
perdido su objeto y fines institucionales, porque quebranta la
constitucionalidad en sus resoluciones, con torpeza y carencia de sindéresis
jurídica. Porque están embriagados para promover la injusta persecución penal contra
los marinos, que expusieron sus vidas hace 31 años, sofocando el motín armado
de los agentes armados del Partido Comunista del Perú (mal llamado Sendero
Luminoso), en la Isla El Frontón, donde no hubo masacre alguna, ahí están los
34 sobrevivientes que se pasean por nuestro territorio.
Publicado en el Diario “La Razón”, Lima,
viernes 5 de mayo de 2017, p. 6
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