Religión
y Política
SERGIO TAPIA T.
Nuestras
Fiestas Patrias comenzaron el 28 con la Misa y Te Deum en la Catedral Católica,
y concluyeron con el Día de Acción de Gracias organizado por la comunidad de
denominaciones evangélicas.
“Religión”
viene del latín (“religare”), que
significa re-ligar o re-unir. Sólo se restablece lo que antes estuvo ligado y se
desunió por algo.
La “religión” es creencia que une al hombre
con Dios, que es a quien se le debe la vida y todo lo que existe.
La “religión” enseña como conducirse para
alcanzar la vida eterna, que no es la vida en este mundo. La finalidad
religiosa radica en la inmortalidad, en otra vida que vendrá después de la
existencia en este mundo.
En cambio, la “Política”
es para este mundo (así, con “P”
mayúscula, tratando de elevarla de la ruindad debido a la ilegitimidad de su
ejercicio). El objeto y fin de la “Política”
es organizar y conducir a la persona humana, para que en armonía con otros y mediante
el logro del bien común político, cada uno viviendo en sociedad pueda ser capaz
de realizar los fines particulares que se proponga asumir y obtener.
La “Política” organiza una realidad
compleja, y opera sobre las diversas partes de la misma: Las relaciones que las
personas tienen entre sí; el orden jurídico que regula la conducta de las
personas con los demás y con las cosas; el ejercicio de la autoridad por las
personas que hayan asumido tal función, así como la obediencia cívica a la
autoridad y a sus mandatos legítimos y razonables; la participación de todos para
la realización del bien común político.
Queda
claro, entonces: La “religión” es
creencia y conducta para obtener la inmortalidad en otra vida, y la “Política” es conocimiento y conducta
para vivir en este mundo. Pero, hay conexión entre ambas, pues, es la misma
persona humana la que es un ser eminentemente religioso y esencialmente
político. Es la misma persona humana la que debe ser coherente en su creencia y
conducta religiosa, así como en su conocimiento y conducta política.
La
vida eterna se gana o se pierde según cómo nos comportemos en esta vida. Por lo
tanto, “la vida en este mundo” es lo
que superpone la “religión” y la “Política”.
Hay innegable
encarnadura entre “religión” y “Política”. Para muchísimos que creen
que hay Dios, que creen lo que Dios habla y que al escucharlo creen que deben actuar
de conformidad con la voluntad divina: Enderezando su propia voluntad (la santidad)
y contrariando la voluntad perversa de otros (el martirio).
Temas
arduos como el matrimonio homosexual y el aborto, son y serán espacios y
dominios compartidos entre la “religión”
y la “Política”, porque es el ser
humano quien tiene inclinación natural para creer en Dios y, porque la persona humana
es esencialmente un ser político.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 1 de agosto de 2014, pág. 6
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