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a la pobreza, consecuencias del mal gobierno
Sergio
Tapia T.
A lo largo de casi dos siglos de gobiernos republicanos, se
acumuló una gran deuda social en perjuicio de los peruanos menos favorecidos
por la fortuna. Gravísimas deficiencias en la instrucción y en la educación, calamitosa
falta de atención médica, deterioro progresivo de la dignidad del trabajo que paradójicamente
empobrecía al trabajador agrícola y urbano.
Son muestras
que sufrimos el efecto universal del Liberalismo, pero “mal de muchos, consuelo de tontos”. No hay excusa para que en el
Perú se toleraran tantos efectos nocivos del capitalismo liberal.
Atraídos
por los cantos de sirena del capitalismo estatista, como son todas las ofertas
socialistas, incluyendo las del totalitarismo nazi-facista; en nuestra Nación
hay quienes han caído en tentaciones ideológicas sucesivas. Como el del gobierno
perverso pro-soviético, castro-comunista y titoísta del general Velasco
Alvarado, que estatizó toda la estructura económica del Perú, en la primera
mitad de los setenta. Para lo cual contó con el colaboracionismo marxista peruano,
de los que algunos vivían del anti-sistema refugiados parasitariamente en las
cátedras universitarias, y otros permanecían agazapados en la Universidad Patricio
Lubumba de la URSS, el centro de adiestramiento subversivo para extranjeros, que
cobija cuadros de agentes revolucionarios hasta que tuvieran la oportunidad de desembarcar
en sus propios países.
Desde
otro polo mundial, China Popular también preparaba cuadros revolucionarios, adiestrados
para la guerra civil.
Con el
concurso de dirigentes comunistas extra-nacionales, los 50 generales
responsables de la Revolución de los setenta, realizaron la mayor operación
destructiva de nuestra capacidad económico-productiva y socio-política.
En los
ochenta se restaura la democracia, con una Constitución inviable que daba
permanencia al estatismo revolucionario. Y, el espectro político partidario yacía
sustancialmente modificado. El socialismo era la oferta de moda. Incluso hasta
en sus vías más violentistas, como la del terrorismo del Partido Comunista del
Perú (mal llamado “Sendero Luminoso”, porque oculta su verdadera identidad
ideológica).
A
partir de los años dos mil, con los gobiernos de Panigua y Toledo, se instaló
la versión gramsciana del marxismo, aparecieron las ONGs camufladas en la
defensa de los derechos humanos, y sufrimos la presión inconstitucional de los
organismos internacionales manejados por esos mismos marxistas gramscianos.
Ahora
nos gobierna un partido que es miembro del Foro de Sao Paulo, en cuyas sesiones
participaron ministros y embajadores de este gobierno. El Nacionalismo de
Ollanta Humala ofreció electoralmente nacionalizar la economía (es decir,
estatizarla). Paradójicamente, fue apoyado por el gran liberal Mario Vargas
Llosa.
El
gobierno de este nacionalismo socialista, ha retrotraído nuestro progreso
económico, y el gran porcentaje de peruanos que dejaron de ser pobres, podrían
volver a esa condición (de pobreza) que habían dejado de tener.
El tiempo da perspectiva para entender los fenómenos
sociales, y queda la pregunta si los actos revolucionarios contrarios al
desarrollo, como los que desde el inicio de este gobierno se sostienen en
contra la inversión minera, han gozado del
apoyo de los pro-chavistas que nos gobiernan.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 29 de agosto de 2014, pág. 6
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