Realidad
y Defensa Nacional
SERGIO TAPIA T.
La Nación es una realidad de dos dimensiones: la física o
natural, y la cultural.
La realidad nacional de la geografía física, comprende las
riquezas alojadas en nuestro territorio, y todo recurso que pueda transformarse
en bienes de provecho para uso y consumo de la población.
La
realidad nacional cultural es creación humana, que transforma la realidad física
o es de creación directa.
La
persona mediante su inteligencia, puede conocer la realidad -por sus causas y
en sus efectos-. Y, con sus habilidades, puede ejercer su señorío sobre lo que
existe. A su vez, el gran reto de la persona es vencer sus propias inclinaciones,
para evitar el mal, y vigorizando sus virtudes se incline al bien.
No
es suficiente que la persona conozca la verdad. Es necesario que la persona,
además, adecúe su conducta a la verdad conocida, haga el bien y evite el mal.
Hay conductas
individuales, así como comportamientos de comunidades enteras de naciones,
desquiciadas de los caros valores de paz y de respeto de lo ajeno, que producen
violencia, conflictos y guerras.
Del
Perú observamos que nuestro mapa territorial ha decrecido territorialmente.
Fuimos
herederos del dinámico expansionismo Inca, y de la gesta pizarrista.
Del
marquesado de Francisco Pizarro, recibimos nuestro nombre nacional (El Perú), y
los elementos que integran nuestro Ser Nacional (religión Católica, idioma
Castellano y territorio). Pizarro preservó territorialmente al Perú, de los
quiteños conducidos por Atahualpa, quien no solo hizo prisionero al Inca
gobernante, Huáscar, sino que dispuso su magnicidio. Pizarro, fue asesinado por
“los de Chile”; aquellos almagristas que disputaban la frontera se trazara en Chincha,
con lo cual otra hubiera sido el destino histórico de Arequipa y Cuzco.
Es legítimo
restaurar el nombre de Francisco Pizarro al Salón del Palacio de Gobierno de
Lima, desde hace 45 años denominado Salón Túpac Amaru por decisión del
nacionalismo ignorante del Gobierno Socialista del general Velasco Alvarado.
Nuestra
etapa Republicana, en casi dos siglos de existencia, significó pérdidas
territoriales, con cada uno de nuestros países fronterizos. Los que aún no han
concluido, en pleno Siglo XXI, como la actual disputa con Chile por el triángulo
terrestre.
La
Defensa Nacional no es propuesta falsa, ni innecesaria.
La Carta
de las Naciones Unidas ha desterrado la guerra como recurso para la solución de
controversias. Sin embargo, en su Artículo 51, consagra frente a un ataque
armado, el “derecho inmanente” de la
legítima defensa colectiva.
No
hay otra forma de ejercer la Defensa Nacional que mantener Fuerzas Armadas adecuadas.
También
exige la Defensa Nacional cultivar en la población la “Cultura de la Defensa”. La
que suscitará efectos tan deseables como que el sector empresarial desarrolle
negocios e industrias en el ámbito de la Defensa Nacional. Y, para que la
población en general sepa discernir su patriotismo, asumiendo otros
compromisos, además de su gustosa identificación con las Paradas Militares. Y,
especialmente, en la juventud, siempre dispuesta para convocatorias arduas.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 5 de setiembre de 2014, pág. 6
No hay comentarios:
Publicar un comentario