El desenlace
Charlie Hebdo
Sergio
Tapia T.
Desde hace semana y media no deja de resonar el múltiple
asesinato ocurrido en Francia: en la redacción de la publicación comunista
“Charlie Hebdo” (el “Semanario Carlitos”) y en un supermercado de alimentos kosher
(“puros”), certificados de acuerdo a las normas religiosas judías.
Hay varios niveles en el análisis de imputación de lo que
ha sucedido: ¿Es un atentado contra la libertad de prensa? ¿Es un acto
imputable al Islam, como tal, por lo tanto a toda su colectividad? ¿Significará
que para la comunidad judía Francia ya no es país para residencia segura y
garantizada?
De lo que escribo sobre este tema, asumo mi entera
responsabilidad. Pero, no de las tergiversaciones antojadizas y calumniosas que
otros puedan elucubrar para imputármelas gratuitamente, con fines
inconfesables.
La acción de los asesinos es enteramente repudiable, no
tiene ninguna justificación, no les asiste ninguna circunstancia que explique
ni mucho menos justifique su acción homicida. Los que asesinaron son moral y
penalmente responsables de un grave crimen. La vida es el mayor y principal
derecho, es el soporte de la existencia de los demás derechos del ser humano.
Los marxistas, los policías, el trabajador extraño a la
redacción, los franceses y los musulmanes asesinados por los musulmanes
atacantes, son victimas del derecho a la vida.
Se
ha despertado una irracional identificación (emotiva, de afectos lastimados)
con la identidad y el quehacer del semanario afectado por los crímenes. En este
tema hay muchas voces discordantes autorizadas, el New York Times, el ABC, y
hasta el mismo Papa Francisco. El semanario Charli Hebdo es una publicación de
la “ultraizquierda” francesa (la calificación proviene de la BBC), provocadora.
Como lo dice una decana universitaria de periodismo: es un crimen sin
justificación alguna, pero tiene su contexto.
En la marcha del domingo en París, destacaron miembros de
la clase política, que no ostentan ningún buen cartel en favor de la libertad
de prensa.
No puedo callar en lamentar la desinformación, la
manipulación y el usufructo decadente.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 16 de enero de 2015, pág. 6
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