Ser
socialista, estar a la izquierda
Sergio
Tapia T.
Durante la semana hubo un reclamo de identidad ideológica
por un ciudadano perseguido penalmente, por presuntos graves delitos, y a la
espera de su desenlace migratorio en Bolivia.
Invocando ser “socialista”, creyó que el conjuro significaría
su inocencia: ¡Qué propiedad maravillosa, la de esta ideología!
¿El
socialismo como sinónimo de honestidad e inocencia? La Historia indica lo
contrario: El socialismo es criminal e inhumano, y corrupto.
¿Qué
es el socialismo? Es una ideología basada en tres fundamentos troncales: (a) Concepción
materialista de la persona, que la reduce sólo a fines económicos; (b) Concepción
colectivista de la sociedad, que origina el estatismo totalitario; (c) Reducción
del fin de la sociedad política al bienestar material, que la utopía socialista
jamás logra.
Sobre ellas se edifican los diversos modelos socialistas.
Los más corrientes son el Marxismo y el Nazismo (sí, el nazismo es socialismo;
primo hermano ideológico del comunismo).
Millones de muertos, regados inmisericordemente, ha
dejado el socialismo en donde ha sido ensayado.
La corrupción de sus jerarcas, es de capital relevancia. La
vida de lujos y costumbres abusivas de Mao y su camarilla, de Hugo Chávez y su entorno
servil, del nepotismo de Fidel Castro. No hay excepción alguna
Los socialistas,
entre linajes hereditarios y elecciones amañadas, aspiran al poder imperdurable.
Otra
cosa es ser de izquierda. Término relativo, que no da identidad.
En
Cuba la ultraderecha es Fidel Castro: ¡No aspira a cambios! En China la
recontra-derecha es el Partido Comunista: No democratiza.
En
el Perú, yo soy de izquierda, y de la sincera. No me gusta mi país, y tengo
vocación y voluntad para cambiarlo.
Ollanta
Humala es derechista, no cambia ni la “ley pulpín” y lo será hasta julio del
2016, si cumple con transferir el poder en elecciones limpias.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 23 de enero de 2015, pág. 6
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