No al
Museo de la Memoria para sacerdotes mártires
SERGIO TAPIA T.
La Iglesia Católica sirve a un Reino que no es de este
mundo, pero que se gana (o pierde) en este este mundo.
La labor
de la Iglesia no es política, su impulso no es ideológico. Su misión es salvar
almas, expandir el Reino de Cristo, alentar la esperanza en otra vida que seguirá
a ésta; y que será tanto más real como prolongada.
Diego
García Sayán, en su fase terminal de juez de la Corte IDH y saboreando aún la
derrota de su postulación a la OEA, escribe tergiversando el mensaje religioso
y trascendente del martirio católico, e innecesariamente degrada el trato
cuando se refiere al Cardenal, mostrándose a la vez congraciarse con Bambarén.
Se incita
a escribir porque el Papa Francisco autorizó beatificar a tres sacerdotes (dos
polacos y un italiano), asesinados en Ancash por el Partido Comunista del Perú
(mal llamado Sendero Luminoso).
García
Sayán incurre en un reduccionismo mordaz: Afirma que los tres sacerdotes fueron
asesinados por “Sendero Luminoso” (oculta el verdadero nombre de la organización
criminal ideológica). Parafrasea insulsamente a la “ultraderecha” que asesinó a
Monseñor Romero, en El Salvador. Minimiza las atrocidades del comunismo
terrorista.
Y,
llega al paroxismo, al ofrecer el Museo de la Memoria, como un lugar para honrar
a los tres sacerdotes mártires.
No. Sin
manoseos inescrupulosos. El lugar a los mártires de la fe católicos es el templo,
donde los fieles oran y meditan la escatología del martirio. Los mártires
católicos no merecen estar en el efímero y caprichoso Museo de la Memoria. El
que no trascenderá los vaivenes ideológicos peruanos. Y, porque no es memoria
histórica, sino expresión subjetiva y novelesca de las artes.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 20 de febrero de 2015, pág. 6
No hay comentarios:
Publicar un comentario