El
buen gobierno
SERGIO TAPIA T.
Los resultados de las
elecciones del 2011, tuvieron como efecto que el Teniente Coronel del Ejército
(en el retiro) Ollanta Humala presida el gobierno que lamentamos tener hace
poco más de tres años y medio, y al que aún debemos tolerar por algo más de un
año.
El gobierno
de Humala, en su inicio, se encarnó en parlamentarios izquierdistas recogidos
de los rincones más recalcitrantes del socialismo peruano, y que luego han desertado
para constituir diversos grupos para efectos parlamentarios e, incluso, hasta
nuevas denominaciones partidarias en alianza en un frente electoral inaugurado
ayer, con miras al 2016.
El
presentimiento de quienes suelen ser avisados en el arte de prever el futuro
político, advirtieron –unos más temprano que otros- lo que hoy ya es de
Perogrullo: El impune desastre económico que las izquierdas causan al Perú
cuando gobiernan.
El
gobierno de Humala, de inocultables raíces ideológicas socialistas, logró perturbar
gravemente las oportunidades del crecimiento que el Perú había logrado alcanzar
con el modelo económico de la Constitución de 1993.
El anticipo
de ese desenlace, fue la juramentación presidencial de Humala y sus dos
vicepresidentes, a los contenidos revolucionarios de la derogada Constitución de
1979.
Políticamente
el buen gobierno es el gobierno bueno, capaz de conducir a la Nación, económicamente,
hacia el vivir bien. Que se logra asegurando la unidad y la cohesión de los distintos
sectores sociales y productivos.
La
esterilidad del gobierno de Humala, es por su incapacidad de generar
condiciones para el desarrollo económico. Debido a su talante dialéctico-confrontacional,
que causa desunión entre los factores de la producción (naturaleza, trabajo
humano y medios de capital).
Olvidar
que la economía requiere concordia, afecta sobremanera la producción,
circulación y consumo de los bienes.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 10 de abril de 2015, pág. 6
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