El socialismo
humalista se acabó, pero …
SERGIO TAPIA T.
El socialismo humalista se infló con rapidez inusitada e
inscribió con fines electoralistas un partido político formal, y logró acceder
al poder político por esos vaivenes que adolece la partidocracia. Pero, La gran
alianza de grupitos e individuos del socialismo peruano, se disolvió
rápidamente. De ser el primer grupo mayoritario en el Congreso, se desinfló
súbitamente porque las larvas del divisionismo habían estado presentes desde su
fundación.
La
parcialidad socialista podría seguir con su proselitismo de electores, pues para
la prédica demagógica son bastante ilustrados, pero tienen tras de sí una gran
censura, en este gobierno de Ollanta Humala, al que siguieron y algunos aún
siguen, han demostrado mediocridad en el cumplimiento de deberes, filiación al
narcotráfico, irresponsables políticas económicas, falta de idoneidad para
gobernar, escandalosos niveles y modalidades de corrupción, cinismo y
sinvergüencería.
No creemos que estemos libres para otra aventura
socialista en el poder, porque es lo que resulta del vaivén partidocrático,
pero tardará un ciclo la recuperación política electoral de los socialismos
peruanos.
Pero,
la estrategia de un sector de ellos, los más identificados con las concepciones
gramscianas, seguirán intentando co-gobernar con el partido que en un futuro
llegue al gobierno. Los socialistas gramscistas no pierden el tiempo en laborar
etapas electorales que pueden o no tener resultados. Ellos apuntan a ganador,
enganchan sus vagones en locomotoras ajenas. Eso sí, para ocuparse no del plan
del elegido, sino del que ellos ya tienen agendado para sus propios fines
revolucionarios.
Los
socialistas gramscianos co-gobernaron con Fujimori desde los años noventa y han
seguido con todos los gobiernos posteriores, con algunos con más intensidad que
con otros, pero siempre subidos al carro político ajeno.
Sus
asesorías como ONGs constituyen un buen vehículo de ingreso.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 24 de julio de 2015, pág. 6
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