Dos Cardenales, el mismo objetivo
SERGIO TAPIA T.
Los Cardenales de Lima y de París,
durante los últimos días han sido objeto del despiadado maltrato que proviene de
la vil intransigencia e intolerancia ideológica.
Tras el martirio del sacerdote francés Jacques Hamel, mientras
celebraba la Santa Misa en su templo parroquial, el Cardenal y Arzobispo de
París André Ving-Trois con todo derecho presidió una importante liturgia en la
Catedral de París, con asistencia del presidente de Francia. En su homilía, el
Cardenal francés se refirió a la motivación religiosa del crimen (el culto a un
dios de la muerte); señaló la respuesta católica como un triple rechazo: al
nihilismo, al gusto de la muerte y al espíritu de complotar; criticó la Europa
de hoy: a la “deriva”, carente de valores y “legalizadora de las desviaciones”.
Las palabras del Arzobispo de París fueron consideradas
“indignas” por la senadora Bembassa del partido Verde. La exministra centrista
Bachelot calificó el mensaje cardenalicio como “violencia sin precedentes”. Narassiguin,
vocera de los socialistas, dijo estar “indignada” por la referencia al
matrimonio homosexual (¡que no fue materia del sermón del Cardenal!), ella
inventó el tema de crítica. La concertada ola de censuras fue acallada por la Conferencia
Episcopal de Francia que defendió al Arzobispo parisino.
Coincidentemente, en Lima, se cubrió el espectro noticioso con
una ola de críticas contra nuestro Cardenal. La enemistad irascible contra
Cipriani, manifestada por el promotor del matrimonio gay Carlos Bruce, lo cegó
hasta traicionar su mensaje para condescender con bondad interpretativa a unas graves
declaraciones del presidente Kuczysnki,
mientras pedía la cabeza de Cipriani tergiversándole todo. La neo ministra de
la Mujer de un Estado que la Constitución le ordena que a la religión Católica
“le preste su colaboración” (art. 50), agresivamente rompió lanzas con el
Arzobispo de Lima. La despistada vicepresidenta y congresista Mercedes Araoz olvidó
similares declaraciones, anteriores y posteriores, y no fue capaz de conservar similar
condescendencia y respeto como Cipriani lo supo guardar con ella y su gobierno.
El Arzobispado emitió una nota de prensa y el clero de Lima
una declaración de respaldo a su Obispo. Pero, la guerra continuó: Recojo de firmas
para solicitar la remoción del Cardenal (?); presión a Radio Programas para
suprimir la media hora sabatina del programa del Cardenal (a quien ya se le negó
seguir escribiendo en el diario El Comercio); marcha de la ideología de género
para el día 13 que será aprovechada para denigrar al Cardenal. Pero, la inquina
puede llegar a más despropósitos.
Es “la dictadura de lo políticamente correcto”. Es decir, la
imposición del “pensamiento único”. Nadie puede pronunciarse más allá del
libreto que impone el marxismo gramsciano, la cultura de la muerte, la
ideología de género, el hedonismo y el relativismo. En ese mundo estamos y
existimos.
Publicado en el diario “La Razón”,
viernes 5 de agosto de 2016, pág. 6
Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/
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