“Justicia de Género” y extravagancias judiciales
SERGIO TAPIA T.
Todavía el país no se
acostumbra a soportar que los jueces dediquen su tiempo laboral a temas que
están fuera de lo que les corresponde obrar como tales.
Hay fundada indignación,
por la bajísima productividad de los servicios de justicia que la ciudadanía
debe de tolerar. El Poder Judicial no es capaz de atender la demanda de sus
servicios, carece de prontitud, y si hace algo muchas veces es poco
transparente por ausencia de honestidad.
En nuestra administración
de justicia hay sobreabundante desidia que genera incumplimiento negligente. En
ocasiones los trámites “caminan”, en virtud del compadrazgo bajo cuya sombra
surgen “servicios especiales”. Y, no podemos omitir el abismo de la corrupción,
cuyos niveles son de metástasis.
Nuestro Poder Judicial reencarna
al titán Cronos, porque las malas prácticas devoran a cuantos ingresan al
servicio judicial, salvo honrosas excepciones.
En este contexto no es
grato el insistente perifoneo del Presidente del Poder Judicial. A quien no se
le ve que inste al sector del Estado confiado a su responsabilidad, para que produzca,
y produzca bien. Sino, con su peculiaridad el Presidente del Poder Judicial,
expresa opiniones fuera de la órbita de sus responsabilidades de judicatura, y
hasta en afectación a lo que es la celosa esfera de la autonomía y libertad de
conciencia de los jueces. Como cuando opinó desgarbadamente en favor de una de
las partes, en un litigio que aún –hasta la fecha– no ha sido resuelto por la
sala suprema que exclusiva y excluyentemente conoce del caso, sin que él sea el
juez natural.
En la semana que va,
Duberli Rodríguez se ocupó de razonar sobre las bondades de tener un Parlamento
con dos cámaras, en lugar de continuar con el actual diseño unicameral.
Pero, qué le importa al
presidente de todos los jueces distraer su atención en hablar de cómo debería ser
la transformación del Estado y cómo debería ser en otro Poder del Estado ajeno
totalmente al suyo. En contraste, no lo escuchamos -desde que asumió el cargo-,
hace un año y cuatro meses, alguna idea reformadora para superar tantos males
que sufre el Poder que él preside, y que a tantos ciudadanos mortifica su
inoperancia.
Y, en ese contexto,
también, en esta semana salió fuera de la cancha jurisdiccional, la juez
suprema Elvia Barrios, que ya hace un tiempo se inclinó a presidir una
ilegítima iniciativa, la “Comisión de Justicia de Género”. Curiosamente ella fue
contrincante electoral de Duberli Rodríguez, quien ganó la presidencia del Poder
Judicial. Es decir, la Dra Barrios Alvarado es una vocal suprema que ha
mostrado una primera inclinación para asumir la presidencia de este Poder del
Estado, y podría intentar insistir en esta apetencia.
Volvamos a la malhadada
iniciativa de la “Comisión de Justicia de Género”. La que desde su nombre,
“Género”, contradice el idioma castellano, porque la Real Academia de la Lengua
el 1 de marzo del 2012 aprobó por unanimidad un documento sobre el uso de ese
término, estableciendo que las personas tienen sexo, pero las cosas y las
formas gramaticales son las que tienen género. Por lo que no es gramaticalmente
correcto aplicar la palabra género, para distinguir varones y mujeres.
Resulta entonces que,
nuestros jueces ya no hablan castellano, y administrarán justicia “de género”. Eso
significa que emitirán resoluciones con infracción al artículo 48 de la
Constitución, que establece que el idioma oficial es el castellano. Idioma cuyo
uso y regulación reposa en la Real Academia de la Lengua y en sus Academias correspondientes
de cada Nación de Iberoamérica.
Se requiere un curso de
gramática castellana a los jueces de esa infeliz iniciativa de la “Justicia de
Género”.
Ya volveremos sobre esto.
Publicado en el diario “La Razón”, Lima,
viernes 27 de abril de 2018, pág. 6
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