La
KGB y la Teología de la Liberación
SERGIO TAPIA T.
La Teología de la Liberación, producto europeo que se auto-presentó
como la respuesta auténtica “latinoamericana” a los desafíos del decenio de los
setenta, habría tenido conexión orgánica con la inteligencia ruso-comunista: la
KGB. Afirma general rumano.
La
Teología de la Liberación surge en circunstancias de que EEUU yacía entre los
escombros de su derrota político-militar en el sudeste asiático (Vietnam y
Camboya), y la URSS lideraba la ofensiva ideo-política del mundo socialista, y la
China maoísta se relanzaba al abismo ideológico con su “Revolución Cultural”.
En los
predios reflexivos de la Iglesia Católica, motivó sospechas: ¿Podía hacerse
sana teología, si la base filosófica era el materialismo dialéctico ínsito en
la ideología marxista?
El
debate fue arduo, tenso y fructífero. La Iglesia rechazó aquella “Teología de
la Liberación” contaminada por el análisis marxista de la realidad. Y,
distinguió que la conjugación de términos “teología-de-la-liberación” podía ser
legítimamente admisible en una visión teológica que centrara la “liberación” en
las acepciones y significados concurrentes con lo propio de la teología.
Así,
ese inicial instrumento de trasbordo ideológico marxista, en el pensamiento
cristiano, quedó pasmado y sin posibilidades de éxito, gracias al largo
pontificado de San Juan Pablo II.
Recientemente
Ion Mihai Pacepa, general rumano de los servicios secretos comunistas, exiliado
desde mediados de los setenta en los EEUU, ha revelado que el sector de la KGB
liderado por el general Aleksandr Sakharovsky, fue quien suscitó la “teología
de la liberación”, nombre que se alineaba a otras organizaciones de fachada auspiciadas
por el comunismo soviético, como la pluralidad de movimientos, ejércitos y
frentes denominados también “de liberación”.
Sostiene
el general rumano Mihai Pacepa que cuando concluyó la lectura de Gustavo
Gutiérrez, le pareció que había sido escrita en el cuartel general de la KGB.
Publicado en el diario “La
Razón”, Lima, viernes 8 de mayo de 2015, pág. 6
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