La falsificación
de los DDHH
SERGIO TAPIA T.
Los “derechos humanos” marxistas, linchan gobiernos
y personas, para que la “Revolución” triunfe.
Esa
versión de los “derechos humanos” maneja
organismos internacionales en agravio de la soberanía del Estado. Y, también porciones
del poder nacional, sometiendo fiscales y jueces, lo que degrada la justicia a
niveles descritos por Manuel González Prada, quien parafraseando al general y
orador ateniense “Alcibíades
(…), decía: "Cuando un hombre es llamado por la justicia, comete una
necedad al comparecer, pues la cordura está en desaparecer"; y un
parisiense (…), se gozaba en repetir: "Si me acusaran de haberme robado
las torres de Notre Dame, yo emprendería la fuga". Los ciudadanos del Perú
deberían hacer lo mismo (…).”
Los falsos
“derechos humanos” son sentimientos pasionalmente
impregnados de ideología. Al carecer de racionalidad, objetividad y
universalidad, no pueden ser legítimos defensores de la dignidad humana.
Esta
manipulación marxista aspira a dos pretensiones: Vengarse inmisericordemente contra
quienes combatieron y derrotaron la guerra popular de los ochenta/noventa, y defender
hasta la impunidad a los criminales guerrilleros y terroristas que siguen
actuando.
Hoy se
cumplen 68 años del único bombardeo atómico ejecutado en el mundo, en Hiroshima
y Nagasaki el 6 y 9 de agosto 1945. Ejecutado para provocar la inmediata
rendición incondicional de Japón. Así concluyó la Segunda Guerra Mundial y los
vencidos fueron enjuiciados de inmediato, por sus crímenes de guerra y lesa
humanidad. Aunque, no se juzgó a ningún vencedor por crímenes contra los
vencidos. Quedando impune Stalin que pidió a los anglo-americanos incendiar Dresde
con sus habitantes civiles (Alemania, febrero 1945). También quedaron impunes esas
explosiones atómicas en las ciudades más emblemáticas del catolicismo japonés. De
esta “experiencia” surge un
fundamento de los falsos “derechos
humanos”, denominado “Los Principios
del Derecho de Núremberg”, instrumentalmente útiles para la persecución penal
del enemigo.
Desde
los sesenta se elaboran tratados sobre derechos humanos, duplicadamente: universales
y regionales. Esta producción se denomina el “derecho convencional”, cuyos organismos internacionales, desde los
ochenta, han sido copados por ONGs dominantes.
La
manipulación de este aparato normativo e institucional explica la irracionalidad
e ilegitimidad de juicios como “Cayara”
contra militares, “El Frontón” contra
marinos y el caso “Comando Rodrigo
Franco” contra un régimen democrático.
Tampoco
hay racionalidad jurídica en la persecución penal contra el régimen político
excepcional de los noventa, del que “Chavín
de Huantar” es lo más vergonzante del sistema judicial.
Los
falsos “derechos humanos” pretenden obtener
viles precedentes judiciales, para privar a la Sociedad de su derecho a la
legítima defensa contra la permanente agresión para-militar marxista.
Dudo
de la “objetividad y rigor” del museo
inspirado en la mal llamada “Comisión de
la Verdad”. Porque son caviares sus únicos y exclusivos autores.
Y, si
alguna autoridad, civil o castrense, se rinde ante algún ONG prepotente, en detrimento
de la defensa de los procesados por combatir al terrorismo, es porque existe ambición
a la “repartija”. Mientras tanto, yo
encuentro refugio en el dicho de González Prada: “que ningún Judas aplique las leyes de Cristo”.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, jueves 9 de agosto de 2013, pág. 8
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