Si
te dicen “fascista”
SERGIO TAPIA T.
Se usa
a menudo la palabra “fascista” para
calificar personas, y es proferida contra quien no es amigo o para establecer enemistad.
No se
utiliza la palabra “fascista” en
correspondencia con las doctrinas políticas, ni con la clasificación histórica
de partidos políticos, ni en conexión con los gobiernos que condujeron Europa una
parte del siglo pasado. Porque el Fascismo es una realidad inactual, no vigente.
Está proscrito moralmente, y penalmente en algunos países.
Decirle
a alguien “fascista”, no es calificarlo
políticamente, es insultarlo. Es delito contra el Honor, por haber ánimo injuriante
y finalidad denigratoria. Similar a una mentada de madre.
George Orwell (1903-1950), es un escritor británico que observó
cómo la falta de fidelidad periodística conspira para desaparecer la verdad
objetiva, y denunció la falsificación de la historia cuando
no se escribe sobre lo ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía
que haber ocurrido.
Orwell tiene un escrito de 1944 (“What
is fascism?”), en el que sostiene que desde 1934, no hay persona que se libre
de ser denunciada por “fascista”, como los
conservadores y las organizaciones de tipo patriótico y tradicional, el
gobierno británico colonial de India, los Boys Scout, la policía británica y
los colegios privados (calificados de “caldos
de cultivo del fascismo”).
Además, el Partido Comunista acusó de “fascistas” a los socialistas, al Partido Laboral británico y a los
sindicatos laboristas. Y, para otros, los comunistas son iguales a los “fascistas”. Aquí se relacionan los
tiempos, el de Orwell y el presente, porque hay autores liberales latinoamericanos
que califican de “fascistas” a los
regímenes chavistas de Venezuela, Bolivia y Ecuador, a pesar de su indudable
filiación al socialismo-marxista o comunismo.
Recuerda Orwell que a los trotskistas se les acusó -por los comunistas-
de “cripto-fascistas”.
Siguiendo a Orwell, desde fuera de la Iglesia se insulta a los católicos
diciéndoles “fascistas”. A los
antibelicistas como a los belicistas se les señala como “pro-facistas”. A los movimientos nacionalistas, cuando se desea
desaprobarlos, se les tilda de “fascistas”,
incluso al sionismo.
Orwell concluye que “la palabra
“fascismo” carece casi por completo de significado.” Dice haberla “oído
aplicada a los agricultores, a los tenderos, (…), al castigo físico, a la caza
del zorro, a los toros, (…), a Gandhi, (…) a la homosexualidad, (…), a la
astrología, a las mujeres, a los perros…”.
En
nuestro tiempo “fascista” es usada por la prensa izquierdista para “etiquetar negativamente con un término despectivo”. Los marxistas,
que son parturientes de diversas formas de violencia (verbal y escrita,
terrorista y guerrillera), apodan de “fascistas”
a sus opositores. Este es su primer acto de agresión, luego -según el vigor del
oponente- le aplicarán sus otros métodos de violencia: Asesinato, chantaje,
terrorismo, persecución penal sin respeto a los DDHH, etc.
El uso de la palabra “fascista”
sirve para calificar impropiamente a alguien. Su uso es peyorativo, porque tiene
finalidad negativa. No es bueno, es antiético y penalmente reprochable.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 16 de agosto de 2013, pág. 8
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