No
hay clase dirigente
SERGIO TAPIA T.
Los
poderes del Estado, los gremios empresariales y la prensa; la cátedra
universitaria y el sistema educativo estatal y privado, son lugares donde ordinariamente
se desenvuelve la clase dirigente de un país.
Los
poderes del Estado más sensibles para la conducción de la Nación, son los tres
poderes clásicos: Ejecutivo, Parlamentario y Judicial.
Este
mes de julio se inició con la escandalosa repartija parlamentaría de nombramientos
por los próximos cinco años, en el Tribunal Constitucional, la Defensoría del
Pueblo y el Banco Central de Reserva. Aún repercute este acto de corrupción
política en los medios de comunicación y en las protestas juveniles callejeras.
A menudo se sostiene que la
volatilidad constitutiva de nuestro Parlamento causa nuestra carencia de clase
política, y se desdeña el alto porcentaje de congresistas que periódicamente
ingresan (y salen) de la vida política parlamentarista.
Pero, debe observarse que la corrupta
repartija de los nombramientos, surgió y comprometió a las figuras más
veteranas de nuestro Congreso de la República. Además que ha denigrado a todos
los partidos sin excepción: Desde el oficialismo gubernamental del partido de
Ollanta Humala y del partido de Alejandro Toledo, pasando por los partidos habituados
a ser corifeos del gobernante de turno, como el PPC, y hasta la que debería ser
una recalcitrante oposición fujimorista quedó manchada.
Las excepciones honrosas fueron
individuales y escasas, como Cecilia Tait. En el polo opuesto quedó muy
desubicado el pepecista Beingolea, defendiendo los indefendibles nombramientos
de los que luego han dado marcha atrás.
Padecemos un gobierno cuyo Poder
Ejecutivo no empezó bien, ni va a terminar mejor. Y, sufrimos un Parlamento totalmente
ineficaz y cada vez más escandaloso en sus pecados públicos.
Nuestra clase política es mendaz, no
es clase dirigente.
Y, debemos sufrir un sistema de
administración de justicia contradictorio y desorganizado, e ignorante en un
número crítico de sus componentes, y con muy mala imagen pública por la amoralidad
en sus escalones inferiores e intermedios, y con mala fama en sus altas esferas
por la subordinación a los poderes políticos de turno.
Nuestro sistema judicial es complejo
porque participan siete organismos públicos cuyas competencias causan
interferencias: El Poder Legislativo en el ejercicio de sus facultades de
control político, el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Jurado Nacional
de Elecciones, el Tribunal Constitucional, la Justicia Militar Policial y la
Defensoría del Pueblo. Además de los cabildeos que provienen de los organismos
y personalidades del sector privado, entre los que destacan algunos estudios de
abogados que se autodenominan ONGs, y engendros como la CVR.
Da muchísima pena ver la postración
de la Patria, contemplar la Nación, lamentar el Estado peruano que tenemos y
sufrir por nuestra Sociedad.
Nos ha correspondido vivir una
gravísima crisis, que produce anomia social de consecuencias impredecibles, que
todo lo afecta y corrompe.
Tenemos clase política, pero
carecemos de clase dirigente: ¿Dónde están los peruanos capaces, honrados,
desprendidos y conocedores de las exigencias del bien común nacional?
Publicado en el diario “La Razón”, Lima,
viernes 26 de julio de 2013, pág. 8
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