Realidad
e imaginación ideológica
SERGIO TAPIA T.
Resulta cada vez más frecuente escuchar, a
algunos, decir que lo que expresan sobre un determinado suceso es: “mi verdad”.
De tanto repetirlo, hasta se empieza a
preguntar: “¿Y, cuál es tu verdad?”
A fuerza de repetirlo, se ha sembrado un
subjetivismo peligroso, que se torna en grave ofensa contra los más elementales
fundamentos del discurso racional del ser humano.
La verdad no reside en el sujeto que conoce.
No hay, por tanto, “mi verdad”, ni “tu verdad”.
La verdad es una relación cognitiva, entre el
sujeto que es capaz de conocer mediante su entendimiento, con la realidad que
es lo que existe y es el objeto del conocimiento.
Si la relación del entendimiento y la
realidad concuerdan. Entonces, esa es la verdad. Si no concuerdan, es lo falso.
Y, el error se expresa, con conciencia de tal disociación, es la mentira. Entre
ellas, la más nefasta es la ideología, por ser un conjunto de falsedades con
pretensiones de verdades absolutas, como los socialismos (marxismo, nazismo,
fascismo, etc.)
La verdad se sostiene en el principio de no
contradicción. No puede haber verdades contradictorias entre sí.
Para relacionar verdades e inferir apreciaciones
conclusivas, hay regulaciones de la lógica, que preservar de errores el
razonamiento humano. Hoy en día cunde por doquier el pensamiento ilógico de
relativismo.
Se va perdiendo el amor a la verdad. Ya no se
la busca, no hay ansia por ella. A lo sumo hay conformismo, campea la subjetividad
y se contagia la indiferencia.
Sumamente grave es que la Política quede
contagiada de ello.
La Política es la actividad humana de capital
importancia. Porque su objeto y fin es Gobernar bien, para que las personas se
realicen viviendo en sociedad, por lo tanto el buen gobierno fortalece la
familia, primera realidad social del hombre.
Es una lástima que la Política en el país esté
sumida en una desorientación prejuiciosa, de tal grado que espanta y distancia
a muchísimas personas, perdiendo el país valiosos aportes para su mejor
estabilización socio-cultural y económica.
En el terreno de la Política se juega el
destino individual de cada persona, porque vivimos en ineludibles relaciones sociales.
Incluso hay una tendencia de transformar en público lo que antes estaba
reservado a lo privado.
El Estado Peruano carece, desde hace muchos
decenios, de funcionarios de carrera. Lo cual es riesgoso porque cada cambio de
gobierno, e incluso cada cambio de ministro dentro del mismo gobierno, ocasiona
una modificación de los cuadros responsable del ejercicio de la autoridad. Y, es
peligroso porque facilita que el Estado puede ser fagocitado por cuadros
ideologizados, embriagados del voluntarismo revolucionario, y con pretensiones de
regular hasta la intimidad de nuestras vidas, en virtud de sus raciocinios
desatinados.
La deserción de los buenos ciudadanos y el desinterés
de los ciudadanos capaces, abandonan los asuntos de la República al vaivén de cualquier
ensayo desatinado que podamos imaginar.
Contribuir a mejorar el Perú, requiere en
parte, participar en Política.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 26 de setiembre de 2014, pág. 6
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