Autoridad policial y delito
Sergio Tapia
En mis años universitarios, observaba
la sevicia del discurso estudiantil de izquierdas contra las organizaciones del
Estado, y la cruel agresión “revolucionaria” contra el policía. Me predispuso a
buscar información sobre lo que entraña la vocación y el oficio de ser policía.
Función tan necesaria para la ciudad. Y, sus miembros, tan expuestos a la
incomprensión y a la violencia inmisericorde.
Pero, algo no anda bien en nuestra Policía Nacional. Y,
corresponde a la institución poner los remedios para superar la crisis endémica
del cuerpo policial. Y, el Ministro del Interior, cabeza política del sector
policial, asumir la responsabilidad por los estropicios policiales.
Hay oficios y profesiones que tienen aproximaciones al actuar
delictivo. Como si constituyeran sus tentaciones más riesgosas. Los médicos
para el aborto clandestino y la eutanasia, y los policías para el delito o para
asumir una actitud contemplativamente permisiva para la extensión del delito.
Domingo 20 de marzo, Arequipa en el barrio de Vallecito,
entrando la noche dos policías uniformados, varón y mujer, en una moto oficial,
arrancan raudamente antes de tener la señal de luz verde a su favor. El
impulsivo despegue les hace perder el equilibrio y caen aparatosamente, a los
cinco metros de haber andado. El policía tiene notorios signos de ebriedad o
consumo de sustancias, la policía permaneció muy callada y pasiva. El policía detiene
la marcha de un taxi. Con la intención de echarle la culpa al pobre taxista, de
haberse pasado la luz roja. No encontró otro camino, que el abuso de autoridad
y la prepotencia, con tal de eludir su responsabilidad por el deterioro de un
vehículo de propiedad del Estado ¡Una verdadera canallada!
El mismo día, en Pucallpa, un oficial de policía, ebrio, tras
haber atropellado a diversos vehículos (un automóvil, dos mototaxis y una
moto), se suicidó para huir del oprobio y responsabilidad ¡Un final insano e
innoble!
Martes 22, en un distrito residencial de Lima, roban un vehículo
de la puerta de un inmueble. Nunca se generó acción policial real y concreta
para intentar su recuperación. La lentitud y desinterés para la formalización
de la denuncia (hora y media, sin gente), expone al ciudadano que reivindica su
propiedad, al trato policial desdeñoso.
Se viene imponiendo una nueva modalidad de robo vehicular:
pedir “rescate” por el vehículo hurtado. Por supuesto, el pago de la suma acordada
no asegura la devolución del vehículo, puede haber doble timo.
Tanta información en manos de la delincuencia, se facilita por
los documentos que deben portarse en el vehículo: el SOAT y el formulario de
Revisiones Técnicas. Que consignan el nombre completo, DNI, domicilio, teléfono
y celular del conductor o propietario. Contradictoriamente, la Tarjeta de
Propiedad, por seguridad ya no porta visiblemente tales datos.
No bastan nuevas leyes. Lo que falta
son agentes del orden, celosos del cumplimiento de la ley. Ni perezosos, ni
mucho menos cómplices. Es urgente encarar la reforma policial desde sus
cimientos, desde los hombres que ingresarán para formarse como policías.
Publicado en el diario “La Razón”,
Lima, viernes 24 de marzo de 2017, p. 6
Blog (colección artículos publicados en
La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/
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