¿Gobernar para qué?
Sergio Tapia
La comidilla de cuanta reunión hay, por
diversos motivos (sociales, empresariales, profesionales y políticos, por
supuesto) en el país, es lo infructífero que resultó PPK como presidente y lo malo
de su gobierno.
La incapacidad de no poder reaccionar y de no saber aplicar
los correctivos que hasta el sentido común recomiendan, produce malestar
generalizado en la Nación. A la mayoría le molesta tener que ocuparse de la
política, y si lo hace es con desdén al político, a la administración pública y
a todo lo que proviene del Estado.
No es conducta virtuosa, debemos enmendar. Porque no somos
archipiélago de individualidades. Somos lo que en sí mismos tenemos: personas
con una dimensión social. Y, la sociedad de seres humanos, es eminentemente
política, necesitamos quien conduzca, y requerimos ordenarnos en la convivencia
de unos con otros.
El Estado existe para servir a la
persona humana, a todos y a cada uno de nosotros: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin
supremo (…) del Estado”, lo dice
la Constitución, en su artículo 1°. Por lo tanto, ¿gobernar para qué? no es
materia de planes rebuscados, sino de actos con sentido común, enriquecidos por
la oportuna decisión y la acertada asesoría que es necesaria para saber
complementarse y enriquecerse.
El ejercicio de las funciones públicas, reclama eficacia en
la acción. Gobernar exige previsión; su defecto es la improvisación. En el
servicio del Estado a la persona humana, su fin supremo, por mandato
constitucional, ha de ser sensiblemente cuidadoso de la educación de la niñez y
la adolescencia. Las deficiencias del Estado se maximizan cuando grupos
ideologizados por el comunismo, deprecian al profesorado escolar estatal, considerándolo
una forma de empoderamiento social, un botín para los grupos ideologizados. Los
que como rara vez ha ocurrido, causarán la pérdida del año escolar. Los demás:
impávidos. Comenzando por la propia Ministra de Educación, que no hace ni
deshace, en la materia. Aunque en la imposición impopular de la ideología de
género, sí hizo, lamentablemente bastante daño, al deshacer los contenidos
éticos de la educación para párvulos.
Hay otras obligaciones del Estado, al servicio de su fin
supremo que es la persona humana. Los servicios de salud, su calidad, gratuidad
y extensión popular eficaz. La vivienda con gran alcance poblacional, para
proteger la familia (art. 4 de la Constitución). La promoción del empleo, para
preservar esa institución fundamental de la sociedad que es la familia (art. 4
de la Constitución). Y, la calidad de los servicios de policía y seguridad
ciudadana, de persecución del delito, con jueces y fiscales preparados y
honestos, etc., etc., etc.
No es un sueño: Es la realidad que queremos vivir en
sociedad. En las condiciones que imaginaron nuestros fundadores de la República:
“Firme y Feliz por la Unión”.
Publicado en el diario “La Razón”,
Lima, viernes 18 de agosto de 2017, p. 6
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