Desvelando
el liberalismo
SERGIO TAPIA T.
En
varias oportunidades me he ocupado de la ideología liberal. A riesgo de ser
malentendido por la estrechez de una visión reduccionista, que concibe que la
única confrontación de cosmovisiones es la del liberalismo con la del
socialismo.
Nunca
he suscrito ni el individualismo liberal ni el colectivismo socialista en
ninguna de sus variantes (desde el socialismo nacionalista o fascismo hasta el
socialismo internacionalista o comunismo).
Y, soy
insistentemente contrario al liberalismo, por ser un gran error. Me opongo al
liberalismo, con tolerancia cero, porque induce a pensar y actuar produciendo
daño, porque altera el orden integral (racional, ético, filosófico, social,
político, económico y cultural). El liberalismo es condenable.
Otra
cosa son los liberales. Son personas. Como tales no son condenables, pero no
deben seguir permaneciendo en el error de asumir la cosmovisión liberal.
Los
liberales me apenan, porque no dudo de la buena intención que tienen; pero, me
da lástima que perjudiquen a otros aplicando fórmulas ideológicas dañinas, desfasadas
de toda realidad, especialmente la antropológica y la social.
Con
mis críticas al liberalismo, abrigo la esperanza de rectificar a quienes creen
que el liberalismo sea una solución para nuestros problemas nacionales.
El liberalismo
es ideología, e ideología por excelencia.
Su
precedente ideológico fue el Monarquismo Absolutista (la deslegitimación de la
monarquía), contra él reaccionó primariamente, pero la ola revolucionaria
liberal atropelló finalmente con toda la cultura y civilización occidental.
A su
vez, el liberalismo fue confrontado por la ideología socialista, la que sin
éxito ha tratado de sustituir, hasta la fecha.
El liberalismo no es una metodología acertada ni para la búsqueda
sincera, ni racionalmente acertada, objetiva y científica de la libertad. No.
Porque, el liberalismo carece de presupuestos ético-filosóficos válidos, y porque
sus desaciertos causan estragos en el orden social y político.
Queda claro que el liberalismo no se inserta en las
tradiciones de Occidente. La tradición de Occidente es la Cultura Griega, la
Civilización Romana y la Cristiandad.
La
Cristiandad, por su sentido trascedente, elevó los aportes de la cultura y la
civilización greco-romanas, a las más altas cumbres de la humanidad. Gracias al
genio de San Agustín (siglo IV) y de Santo Tomás de Aquino (siglo XII), y con
ellos la profunda obra cimentadora de la Patrología latina. Siendo sus columnas,
el realismo filosófico aristotélico y la ordenación político-social del Derecho
Romano. Todo ello bajo el estímulo de la religión cristiana, que ayuda a
discernir la comprensión racional de lo creado, y por tanto las ciencias
progresan bajo su manto.
Contra toda esta rica herencia greco-latina-cristiana, la
ideología liberal se sublevó subversivamente. Por lo que merece nuestra radical
censura, y sin componendas.
Exhortar
–a tiempo y a destiempo– alertando sobre las trampas ideológicas del
liberalismo, es una misión con la que hay que acompañar todo compromiso
político, si por éste deseamos con sinceridad construir una sociedad nacional
éticamente justa.
Publicado
en el diario La Razón, Lima, viernes 7 de febrero de 2014,
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