Don
Blas Piñar
SERGIO TAPIA T.
La
muerte es realidad ineludible, desde que la vida comienza.
El
espacio temporal desde que el ser se origina, hasta que cesa su existencia, es
trascendentalmente importante. Es en ese espacio en el que también se dejan huellas,
que a otros sirven, por señalar derroteros y establecer modos para dar eficacia
a la acción.
Estas
reflexiones me suscita la noticia que, en Madrid, ha fallecido Don Blas Piñar.
Notario y político español; de quien leí sus numerosos discursos y escritos, desde
escolar y como universitario, y a quien conocí personalmente en Madrid, y lo recibí
en Lima.
Blas
Piñar dejó huella en su tránsito terrenal. No pasó desapercibido, en ninguna de
las circunstancias que le correspondió vivir.
El
21 de julio de 1936, tenía 18 años, cuando se inicia la Guerra Civil Española en
su natal Toledo. El joven Blas Piñar se alistó en un lugar simbólico para la tradición
española: en el Alcázar de Toledo. Sitiado por miles de sanguinarios militantes
comunistas, hasta el 27 de setiembre de 1936.
Así
transcurrió la longeva vida de Don Blas Piñar, en sucesivos períodos duros y
sangrientos de confusión política. Que afrontó con viril serenidad.
Era
adolescente cuando se inició la Segunda República Española, no por decisión
plebiscitaria, sino porque el rey Alfonso XIII abandonó el país, por
interpretar que los resultados de las
elecciones municipales del 14 de abril de 1931 “me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo”, y se
marchó a París. Pero, antes, el monarca predijo el advenimiento de una “fratricida guerra civil”, que según el
presidente de la República Española (1936 – 1939) Manuel Azaña se produjo
porque “Franco no se rebeló
contra la República sino contra la chusma que se había apoderado de ella”.
En esa guerra
los “falangistas, carlistas
y militares” no se sublevaron contra la República, luchando
contra los que la defendían. No. Los supuestos “republicanos” eran en
realidad partisanos, de aquellos que el comunismo gusta profesionalizar en
todas las latitudes. Quienes ya habían roto con la República desde 1934, después
de cogobernar con el liberal-monárquico Niceto Alcalá-Zamora desde 1931; se
opusieron “dialécticamente” contra el sistema presidido por el
izquierdista-republicano Manuel Azaña.
Durante
el régimen franquista (1939-1975), Piñar estudió Derecho y ganó el concurso para
ser notario. Ejerció la dirección del Instituto de Cultura Hispánica (1957-1962),
pero por su crítica a la zigzagueante política exterior de los EEUU, tuvo que
dimitir. La pérdida de la función pública, no le originó cambiar de principios,
permaneció siempre sustentando los principios que dieron origen a la España
Nacional.
Fundó
Fuerza Nueva (la editorial y el movimiento). Fue diputado por Madrid, constituyó
una corriente europeísta con Le Pen y Giorgio Almirante. Falleció presidiendo
Alternativa Española. Se ha ido a los 95 años.
Varón
de recia personalidad, constituido en maestro viviente, seguro, claro y virtuoso,
cuyo testimonio fue darle lozanía a los principios e ideales esenciales y
permanentes. Con estilo auténtico, lealtad y firmeza.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 31 de enero de 2014.
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