Lo
intrascendente y lo presidencial
SERGIO TAPIA T.
La
autoridad política tiene por finalidad procurar todos los medios que hagan
posible la realización personal de cada una de las personas que conforman la
Nación.
El Estado
tiene como fin la persona humana. La política es para el bien vivir, y la
economía para el vivir bien.
Se
trastocan (se subvierten) los fines del Estado, cuando éste se complace en servirse
a sí mismo. El estatismo es el gran defecto consustancial a todos los socialismos.
No parece
ser una fortaleza de Ollanta Humala, expresarse con claridad. Hay que reconocer
que sus antecedentes son complejos por formación familiar, desvíos ideológicos,
conexiones con el chavismo, compromisos con lo más radical de las izquierdas,
su marcha en “retro” para alcanzar la
presidencia constituyéndose en el depositario de los votos anti-fujimoristas
con el aval de Mario Vargas Llosa.
Y, desafortunadamente,
Ollanta cerró el año 2013 con una entrevista, celebrando la mitad de sus cinco
años de gobierno. Pero, “le salió” el
talante “estatista” y el “socialista interior” que venía soslayando
desde su asunción al poder.
Sólo así
tienen explicación el desplante y el desdén provocador, contra dos de las
principales empresas mineras del Perú.
Para el
Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (OCMAL), cuya tendencia
pro marxista lo hace promotor de conflictos: “Yanacocha es la mina de oro más
grande de América Latina y la segunda más grande del mundo”.
Él yacimiento
es trabajado en consuno por la empresa multinacional Newmont Mining y la
empresa peruana Buenaventura. Ambas han procurado ampliarse hacia el Cerro
Quilish y Conga. Lo que ha desatado las iras marxistas, por ser enemiga de la
propiedad privada al considerarla como un robo, porque conceptúa el salario como
una estafa empresarial y porque desarrolla la “guerra” contra todo emprendimiento empresarial.
El
marxismo en el Perú, tiene como principal objetivo destruir, sabotear y
perjudicar, a ese dúo empresarial, para que no crezca ni desarrolle más, y por
eso le obstruye el proyecto “Conga”.
Nos
guste o no, la economía y el rol empresarial están politizados por el marxismo.
No querer entenderlo, es una miopía, cuyos costos se pagan tarde o temprano.
En este
contexto, Ollanta califica de “intrascendente”
el proyecto “Conga”, y a las empresas
que lo promueven les dice soberbias.
“Intrascendente” significa insignificante,
trivial, nimio: ¿Es “intrascendente” para
el Perú el proyecto minero Conga? ¿Carece de importancia tenerlo o no? ¿Esta ha
sido la intención de las expresiones del Presidente de la República? Y, ¿por
qué es desdeñoso de lo privado? ¿Acaso, como Presidente no personifica a la
Nación? Y, ¿no es la Nación un colectivo de seres privados?
Los dichos presidenciales han sido
desafortunados. Quizá merezcan la intervención mediadora de la Primera Dama, quien
recientemente ya preside el partido gubernamental.
No
es lo único que hay que aclarar de esta lastimosa entrevista presidencial. Mientras
tanto, sigamos el consejo de Charles Maurras: Los errores y la mentira hay que
desenmascararlos, porque si no adquieren autoridad de verdadero.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, viernes 3 de enero de 2014, pág. 6
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