Así como nosotros perdonamos
SERGIO TAPIA T.
¿El
Estado peruano puede o no perdonar a Alberto Fujimori?
Respondo
a esta cuestión desde cuatro perspectivas: moral, jurídica, política e
ideológico-partidista. Porque hay episodios que son moralmente legítimos pero
no jurídicamente justos, y siendo a veces legítimos y justos no son
políticamente recomendables. Así como hay situaciones en las que, por la saturación
ideológica que emboba a las gentes o por pasión partidista echa por la borda la
moralidad, la legalidad y la prudencia política.
El sustento de toda regla
moral es hacer el bien y evitar el mal. Por lo que es lícito reducir los años
de cárcel impuestos en las condenas, a quien es culpable de haber obrado un
mal, aún si la pena impuesta fue proporcional al mal infringido. Tales condenas
pueden ser legítimamente disminuidas, suspendidas, eximidas o revocadas, si hay
motivo justificado. La piedad, la misericordia y el perdón, sea del ofendido o
de la autoridad, legitiman la reducción de las condenas. Consecuentemente, es
moralmente legítimo el indulto, porque es el perdón o misericordia en manos del
Presidente de la República. Es una gracia, una concesión; por lo tanto es
meta-jurídica, va más allá de lo justo y del derecho.
Jurídicamente el
pensamiento filosófico acerca de la justicia, la racionalidad del derecho
natural, la legislación y las sentencias que aprueban las autoridades humanas;
se ocupan extensamente de desarrollar las instituciones jurídicas de la gracia,
la piedad y la misericordia que la autoridad puede ejercer. La amnistía, el
indulto, la exención, la gracia, etc. son las denominaciones que han existido en
todo tiempo y culturas. Evidentemente, a diferencia de la moral que escudriña
en la conciencia de la persona sus verdaderas intenciones, y juzga los actos humanos
si son buenos o malos. Lo jurídico tiene limitaciones y menores alcances que la
moral; lo jurídico estudia el proceso de adopción de decisiones de la persona
responsable de lo que hace, y juzga sus actos externos así como sus consecuencias,
con la finalidad de preservar o restituir la justicia en las relaciones
sociales que la hayan dañado o haya estado ausente. Se da, a veces, la
disparidad de que un acto sea moralmente ilegítimo pero que esté legalizado,
como las aberraciones del aborto, el llamado matrimonio gay, la fecundación
artificial, así como denegar el perdón y la piedad al condenado afligido por la
injusticia de la ley.
La Política es un arte, porque
son conocimientos con destreza, es tener cualidades destinadas a la acción
eminentemente práctica. La virtud de la política es la Prudencia, que otorga
buen juicio para ponderar decisiones y sensatez para saber conducir la sociedad
y las personas. La moral y lo jurídicamente justo sostienen al político para
que adopte decisiones prudenciales, que hagan el bien y eviten el mal. En
política son frecuentes los dilemas, de difícil resolución, cuando la moral y
lo justo aconsejan una difícil opción, con el riesgo de que la autoridad pueda
mermar su popularidad, pero para que la Justicia brille (Aristóteles decía que
la justicia es como la estrella de la mañana).
La ideología es una grave
miopía que deforma la visión de la realidad. Cuando contamina la política y la
economía, el resultado es espantosamente inhumano. Botón de muestra son las
experiencias del socialismo marxista a lo largo del siglo XX, y que se prolonga
con el socialismo del siglo XXI en la famélica Venezuela y en el despotismo boliviano.
La ideología siempre será
inmoral e injusta, y es subversión política. Porque es capaz de dispensar el
perdón a quienes no se lo merecen (los criminales terroristas) y demonizar a su
enemigo ideológico para negarle toda gracia y piedad. Porque, la ideología es y
suscita odio.
Desde
la perspectiva ética no hay razón para negar el perdón a Alberto Fujimori. En lo
jurídico, el problema es su contaminación confusionista de los derechos humanos
ideologizados. Además, el marxismo gramsciano ha infiltrado el sistema judicial
peruano, y le resta a nuestros jueces ejercer la sindéresis o capacidad para
juzgar rectamente y con acierto. Estas son las causas de lo maltrecho que está
nuestro Poder Judicial: deshonestamente lento, vilmente ignorante e
injustificadamente corrompido.
Finalmente, la bajeza
moral corrompe la actividad política, tornándola incapaz de servir al bien, a
la verdad y a la justicia.
En
este contexto podemos explicarnos por qué se anuló ayer el indulto a Fujimori.
Publicado en el diario “La Razón”, Lima, sábado 6 de octubre de 2018, p.
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