Tarea
aún pendiente: protección de la Familia
La familia, al igual que el matrimonio, están
considerados constitucionalmente como realidades naturales y fundamentales de
la Sociedad (Constitución: art. 4°). Jurídicamente no se crean como un ente
cultural, sino se confirman como realidad prexistente al Estado. Por lo que,
tan innegable es, que tanto el Estado como la sociedad toda, asumen deberes: Frente
a la familia, para protegerla, frente al matrimonio para promoverlo.
La tarea estatal para proteger la familia es diversa, y debe
aspirar a la eficacia. La familia no puede ser estatizada, pues es una realidad
que trasciende la política. La familia es el fundamento de la sociedad, y el
Estado es la autoridad de la sociedad. La naturaleza de la familia, que está
más allá de la política, no queda a la reinvención del gobierno de turno, ni a
merced de los ventarrones ideológicos.
Desde
el Congreso se protege la familia mediante leyes sabias y prudentes, y mediante
investigaciones para conocer y resolver los problemas que las familias afrontan.
Desde el Poder Ejecutivo la protección de la familia se expresa reglamentando
las leyes para orientar la acción del Estado, formulando planes de acción y actuando
con políticas públicas eficaces. Desde el Poder Judicial, la protección de la familia
se expresa en la celeridad de los procedimientos, y sobre todo exigiendo competencia
profesional y moral a los jueces y fiscales, para que sus sentencias y
dictámenes sean pronunciados en aras de lo justo y la equidad. Finalmente, además
debe adoptarse con prudencia la incorporación -al sistema jurídico peruano- de
los tratados internacionales, cuyas materias versen sobre asuntos de familia; porque
hay tráfico ideológico que suele transbordarse mediante esos instrumentos
internacionales.
La idiosincrasia peruana cultiva fuertemente los lazos
familiares. La familia es el lugar donde se invierten grandes sacrificios en
bien de otros, por motivo de la solidaridad surgida por los lazos afectivos,
que incluso se extienden más allá de las generaciones paterno-filiales, porque
incluyen personas cuyo grado de parentesco es inexistente (la tía de cariño, la
mamá de crianza, etc.).
Nuestra
organización estatal se ha ido alejando de la realidad familiar, por la
inoperatividad burocrática y por la concepción individualista adoptada, que concibe
la persona como una abstracción de las realidades sociales en las que está incluida.
Esto se verifica con la lectura comparativa de la Ley 28542 del año 2005 y el
Decreto Legislativo 1098 del 2012. En 7 años, mediando un gobierno intermedio,
se degradó el tratamiento de la familia en la estructura del sistema político-administrativo
del Estado.
Con la
Ley 28542 se dispuso que las políticas sociales tuvieran en cuenta el entorno
familiar del ciudadano beneficiado; que la consejería familiar fuera impartida
por los gobiernos regionales y municipales mediante convenios con entidades
privadas competentes; que las Escuelas de Padres fueran promovidas pública y
privadamente; que se alentara la promoción de valores y principios familiares a
través de los textos educativos y los medios de comunicación; que la promoción
de planes, programas, proyectos y servicios sirvieran para el fortalecimiento
de la familia; que las uniones de hecho se formalizaran celebrando matrimonio; que
sean capacitados en fortalecimiento familiar los jueces, médicos, policías y
maestros; que fueran promovidos los centros de cuidados infantiles en los centros
laborales públicos y privados; que se dicten normas tributarias, laborales y otras
para apoyo y promoción de la familia; que se observen las 8 horas de trabajo
para que los padres dediquen tiempo en cantidad y calidad entre ellos y con sus
hijos; etc.
Poco,
muy poco de esta Ley se ha hecho realidad en sus 13 años de vigencia. Es más,
al regularse el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, en el 2012,
la realidad de la familia se ha degradado en ser una más de la decena de
direcciones generales que alberga ese Ministerio, comparte la misma jerarquía
que la asesoría jurídica y la administración contable. La familia debería
contar con un Viceministerio, y más temprano que tarde con un Ministerio
propio, que promoviendo la participación política de los representantes del
asociacionismo familiar, desburocraticen la hasta hoy torpe, ciega, infértil e
ineficaz, y hasta corrupta acción estatal desplegada para atender tan
importante realidad, como lo es la familia en el Perú.
Afirmar
constitucionalmente que la familia es el fundamento de la sociedad, no es para
menos. Algo debería anunciarse este domingo 9 de setiembre, porque el Perú
celebra el Día de la Familia.
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, 7 de setiembre de 2018, p. 7
Blog
(colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/
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