Iglesia y Estado: ¿Aproximación de agendas?
SERGIO TAPIA T.
El Presidente de la
República, Martín Vizcarra, visitó a los Obispos de la Iglesia Católica del
Perú, reunidos en la sede de la Conferencia Episcopal Peruana. Fue un encuentro
de gobernantes, cada quien en sus respectivas órbitas y competencias.
El Perú es una República
unitaria, sólo tiene un estado nacional, y el presidente del Perú -quien
personifica a la Nación (es un símbolo, al que se le rinde honores al son de la
Marcha de Banderas)-, no es figura protocolar sino que ejerce la jefatura del
gobierno. Es un presidente, no es un monarca. No le es lícito ni invadir, ni usurpar
funciones ni facultades ajenas a las 24 atribuciones que el artículo 118° de la
Constitución le acuerda.
Los obispos gobiernan una
porción de la Iglesia, ordinariamente ejercen autoridad en competencias
territoriales, salvo algunos pocos casos cuyas competencias son de orden individual,
como el Obispado Castrense que se ejerce sobre los miembros de la gran Familia
Militar y Policial. Los obispos legitiman su gobierno cuando están en comunión con
el Papa, cuya autoridad se configura como la de una monarquía, por concentrar
en sí las facultades legislativas, ejecutivas y judiciales de la Sociedad
Eclesial.
Ambas potestades, la temporal
que ejerce Vizcarra y la espiritual que ejerce cada uno de los obispos del
Perú, confluyen sobre los mismos sujetos: los peruanos-católicos o los
católicos-peruanos. Dejamos en un paréntesis a los extranjeros, residentes o
no, por simplificación del argumento.
La misión de la Iglesia
es la salvación eterna; que se obtiene en esta vida, aquí en la tierra. Por lo
que Pío XII, pontífice de feliz memoria, afirmaba que la salvación de las almas
dependía de las condiciones sociales, políticas y económicas. Por eso la
Iglesia tiene un cuerpo doctrinal de muy buena elaborada moral social y
política, así como de ética económica, que se denominada Doctrina Social de la
Iglesia. La agenda socio-político-económica de la Iglesia descansa en las sólidas
bases antropológicas de ese cuerpo doctrinal, que defiende la vida humana desde
la concepción y la respeta hasta la muerte natural, que rechaza la suplantación
ideológica del género y afirma la naturaleza sexuada del ser humano.
En lo que va del gobierno,
la agenda pepeka tiene algunas constantes que separan y distancian al gobierno de
la Iglesia. Como lo hace la ideología de género, que se pretende imponer sin
pausa ni respeto desde los ministerios sociales. Hay una innegable fricción
gubernamental con el mayoritario sector creyente católico peruano, desde el inicio
de la gestión de año y ocho meses del presidente Kuczynski, e incrementada durante
los 10 meses de gestión del presidente Vizcarra. Un gobierno que ya pasó la
mitad de su período de duración.
La actitud de los obispos
católicos, recibiendo al Presidente de la República en el seno de la asamblea
ordinaria anual de la conferencia episcopal peruana, no es sinónimo de pactos,
ni de alianzas, ni declinación de principios, ni disimulos. La nota de prensa
evacuada por la oficina del presidente, dice que Vizcarra “invocó a los obispos
de la Conferencia Episcopal Peruana, a trabajar junto al Gobierno, en el firme
propósito de construir una agenda en común que mejore la calidad de vida de
todos los peruanos“.
Si fuese ésta una aspiración
presidencial, posible y sincera, exige del presidente Vizcarra cesar con la
persistencia de imponer la ideología de género en la educación y la cultura.
Asimismo, deberá rechazar por totalitaria e inconstitucional la arbitraria sentencia
del Tribunal Constitucional, suscrita por el “pseudo-doctor” Espinosa-Saldaña y
publicada hace poco más de un mes, en el caso Darlyn Roxana Jurado Garay, que
extra-petita destila un trasnochado ateísmo militante y una laicidad a todas
luces inconstitucional.
Es hora que desde las
salas triunviras del TC y desde los despachos individualistas de fiscales y
jueces, se termine de una vez con el “lawfare” (la guerra jurídica) de
naturaleza gramsciana, y eso haría bien en liderarlo el presidente Vizcarra.
Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 18 de enero de 2019, p.
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