Ayer “Carthago delenda est”, hoy desmantelar las FFAA
SERGIO TAPIA T.
Durante
las guerras púnicas en los siglos III y II antes de Cristo, Catón “El Viejo” (es
decir, el mayor, el bisabuelo), senador romano, optó por tomar partido incitando
la total destrucción de Cartago, para consolidar el poder romano en el
Mediterráneo, siendo esa ciudad fenicia la potencia que se le oponía. Persistente,
Catón solía concluir cualesquiera de sus intervenciones parlamentarias, cual estribillo,
pidiendo la desaparición inmisericorde de Cartago. La frase que se le atribuye
–aunque no literalmente con seguridad la utilizada por Catón–, quedó acuñada a
su paternidad: “Carthago delenda est” (“Cartago debe ser destruida”).
La frase trascendió en la
historia, y se adopta para expresar no sólo la intención de vencer a un
enemigo, sino de no permitirle la más mínima recuperación.
Jamás deberíamos soslayar
la salvaje y sanguinaria experiencia terrorista que sufrimos los peruanos entre
el 17 de mayo de 1980 (inicio de las acciones delictivas del Partido Comunista
del Perú –mal llamado Sendero Luminoso–, PCP-SL) y el 22 de abril de 1997
(operación de rescate de rehenes de la residencia del embajador del Japón, reprimiendo
a 14 terroristas del MRTA). Aunque el enfrentamiento continúa, por ahora, en el
área rural del VRAEM, debido a la alianza del narcotráfico y del comunismo criminal.
Mediante el terrorismo se
intentó amilanar a la Nación Peruana, con el asesinato masivo y selectivo,
mediante explosiones y balazos. Las víctimas fueron de la población civil, la pobre
y la acomodada; efectivos policiales y militares; políticos y funcionarios; empresarios
como obreros y campesinos.
Se logró la pacificación
nacional deteniendo, juzgando y condenando a todos los cabecillas de las dos
bandas terroristas el PCP (SL) y el MRTA. Y, se inició un camino hacia la
concordia nacional, aplicando indultos presidenciales para aminorar las penas
de quienes no habían sido líderes del terrorismo.
Pero, las izquierdas de
clase media se empoderaron desde el 2000, debido a los vaivenes del poder
político, y lograron aplicar una operación de impacto psico-político de gran
envergadura para liquidar a las FFAA del Perú. Reabrieron los juicios de los
condenados por terrorismo, revisaron las condenas para disminuirlas en unos
casos y sobreseer en otros. Y, desataron una abominable persecución judicial
contra los militares que ejercieron jefaturas exitosas contra el terrorismo,
juzgaron oficiales de mando medio y condenaron a soldados del servicio militar
obligatorio con responsabilidad penal restringida por minoría de edad. Puro voluntarismo
político, con atropello de las más elementales garantías constitucionales.
Actualmente un caso de
persecución es “El Frontón”. En esa isla frente a La Punta, la Marina de Guerra
del Perú el 18-19 de junio de 1986, realizó una exitosa operación de rescate de
3 policías, rehenes de un grueso número de internos por terrorismo, quienes por
su alta peligrosidad habían sido seleccionados de diferentes penales del país.
El caso tiene 31 años de
antigüedad, pero es imperdonable para las izquierdas. Fue dos veces juzgado en
el Fuero Militar, dos veces denunciado en la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, tres veces archivado por la Fiscalía, suscitó dos Habeas Corpus, en
dos semanas se dará inicio al juicio oral, y ha causado Juicio Político a 4 de
los 7 miembros del Tribunal Constitucional por graves infracciones a la
Constitución y por delito de Prevaricato. A través de estos juicios se destruye
a las FFAA.
Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 17 de noviembre de 2017,
p. 6
Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/
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