sábado, 20 de agosto de 2016

Otros holocaustos - La Razón

Otros holocaustos
SERGIO TAPIA T.

            La palabra holocausto tiene reminiscencias de la religión hebrea, para significar que la víctima propiciatoria era destruida enteramente para fines del culto sagrado, lo que regularmente se obtenía quemándola por completo, para que nada de ella quedase preservada.

            Para el cristianismo, holocausto es el de Jesucristo, quien se ofreció como víctima propiciatoria voluntaria –y ciertamente inocente- ofreciéndose para la redención de muchos seres humanos, verdaderos responsables de sus faltas y desviaciones, pero que arrepentidos obtienen así la misericordia en la reconciliación. Esta total abnegación, la total renuncia a sí mismo en favor de otros es otra de las acepciones que recoge el diccionario de la Real Academia de la Lengua.

            Además, se registra un tercer significado, holocausto es también una gran matanza de seres humanos, acaecida en el contexto de un conflicto armado, sea en una batalla o un asalto bélico.

            La segunda guerra mundial, de la que rememoramos en agosto los 71 años de su conclusión, nos evoca los persistentes holocaustos causados por las ideologías en pugna, siendo el de mayor insistencia la persecución racial desatada por el nacional-socialismo alemán que asoló durante la primera mitad del siglo XX contra polacos católicos, minorías etnolingüísticas gitanas y judíos genéticamente considerados, no por sus creencias religiosas (razón por la que sucede el sacrificio de Edith Stein, judía convertida al catolicismo y religiosa en las carmelitas de clausura).

            La ideología comunista también es responsable de diversos holocaustos, en Europa y Asia; antes, durante y después de la guerra mundial.

            El bando ideológico liberal también produjo holocaustos. En Europa la tormenta de fuego causada por la aviación anglo-norteamericana sobre la ciudad alemana de Dresde, en febrero de 1945, quienes mediante dispositivos incendiarios literalmente quemaron a la población civil ahí residente. En Asia, exclusivamente, de responsabilidad de los norteamericanos, fueron las bombas atómicas en las ciudades civiles y de importante población católica, de Hiroshima y Nagasaki. Fueron otros holocaustos, para terminar la guerra, bajo la amenaza tan altamente disuasiva de exterminar la población civil japonesa.

            Luego, se realizaron los juicios de Nüremberg y los menos conocidos del Tribunal de Tokio, para juzgar sólo a los políticos y militares, médicos y jueces de las naciones vencidas. Discriminación no sólo de origen (porque no se aplicó ni a soviéticos ni franco-anglo-americanos), que aún continúa hoy, cuando los principios de Nüremberg suelen aplicarse sólo contra militares que combaten la subversión comunista y no igualmente a los revolucionarios y subversivos, a quienes se les concede el trato preferente de una distorsión de los verdaderos derechos humanos.

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 19 de agosto de 2016, pág. 6


Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/

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