martes, 26 de junio de 2018

Justicia y Derechos Humanos - La Razón


Justicia y Derechos Humanos
SERGIO TAPIA T.

            Dos acontecimientos nos invitan reflexionar sobre dos conceptos que deberían estar relacionados: Justicia y Derechos Humanos. Los 32 años de la debelación del motín armado de internos por terrorismo en la Isla-Penal El Frontón y la reciente Resolución de la Corte IDH sobre el indulto humanitario constitucionalmente otorgado a un condenado hasta cumplir 94 años, que ya estuvo más de 10 años preso.
            La judicialización persistente de los sucesos en El Frontón, a lo largo de más de tres decenios, persigue condenar la legitimidad de la decisión del Estado democrático para rescatar rehenes y restaurar el orden, en la principal cárcel para presos por terrorismo, tras sus primeros cinco años de crímenes.
            La Justicia es valor y es virtud. Es cualidad y es conducta. La Justicia reposa en la noción de lo que es el bien. Y, necesariamente exige comprender lo que es el mal. Para hacer solo el bien y evitar siempre el mal.
Para Santo Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, la Justicia es practicar buenas costumbres. Por ser virtud, podemos calificar: Es justo, es injusto.
Es necesario valorar, en términos de Justicia, todo lo que debe ser armonizado en las relaciones Tal relación de padres a hijos ¿es justa o hay injusticia de uno para con los otros? Quien ejerce autoridad (política, policial, administrativa, judicial, etc.) ¿es justo o es injusto, en su comportamiento como autoridad?
            La Justicia ilumina la conducta humana, permite que la persona se conduzca respetando el bien de los demás. Todo lo que dificulte la Justicia, la distorsione o la obstruya, es causa del mal.
Lo que produce la ausencia de Justicia en las relaciones humanas, es la ideología. Porque tiene eficacia para motivar conductas incorrectas y pervertidas, porque trastoca las relaciones personales, y provoca el mal al otro.
            Con claridad conceptual Santo Tomás de Aquino afirma que Justicia es dar a cada uno lo suyo: repartiendo igual (justicia equitativa), según las necesidades o los méritos (justicia distributiva), y cumpliendo lo convenido (justicia conmutativa).
            Tengo fundadas dudas si la Corte IDH es capaz de decidir en términos de justicia, debido a su trayectoria en los últimos 30 años. Las personas que en ella ejercen funciones, ostentan gravosas hipotecas ideológicas, que los inclina sistemáticamente a proteger cualquier manifestación revolucionaria (hasta el terrorismo), conspirar contra el orden que naturalmente rige personas y sociedades (hasta la subversión moral), socavar soberanías políticas y el derecho internacional público (hasta el anarquismo).
            Sufrimos una gravísima contaminación de los derechos humanos. Lo que origina vulnerabilidades para la vida de las personas en sociedad. Hay un desplazamiento del bien común y una inflación de derechos subjetivos individualistas.
            Con la resolución de 37 páginas, sobre el indulto a Fujimori, la Corte IDH quebranta la independencia de las autoridades del Estado que evaluarán la legalidad del indulto. La Justicia está ausente de esa Resolución de los DDHH, ha sido sustituida por aquel instrumento avasallador del “control de convencionalidad”.
Estamos presenciando la ideologización impuesta desde la Corte IDH, esa falsa autoridad a la que lamentablemente se rinden los espíritus serviles y de la que se sirven sus cómplices ideológicos.

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 22 de junio de 2018, p. 6

Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/

lunes, 18 de junio de 2018

¿DDHH para encubrir tropelías?


¿DDHH para encubrir tropelías?
SERGIO TAPIA T.

            La reciente aprobación del Proyecto de Ley para instaurar el aborto sin restricción alguna, en Argentina, a la sola solicitud de la gestante, pagado por el presupuesto público, cuya atención será atendida en un máximo de cinco días y con amenaza de sanción penal a los médicos para impedirles ejercer la objeción de conciencia por sus principios morales o religiosos: Se ha consumado alegando que es un derecho de la mujer desalojar al ser humano que anida en sus entrañas. Pero, al abortado, ningún derecho, ningún tutelaje.
            Con ese tipo de leyes, habrá países que engrosarán el menú de plaza turística para prestación de singulares servicios, en este caso, el aborto fácil y gratis. Se sumará a la cartilla del turismo mundial que busca matrimonios y divorcios relámpagos, legalidad para vientres de alquiler, como para el vicio del juego, la explotación de adolescentes y niños para prostituirlos, así como el libre consumo de drogas y hasta el derecho exigible al Estado para que les administre la dosis cotidiana.
Vivimos un cambio de época, cuyos grandes rasgos fueron trazándose a lo largo de esa centuria cínica que fue el siglo veinte. En la que se dedicaron a cantar la paz entre los pueblos, la prosperidad de las naciones y el amplio desarrollo social y económico humano. Pero sin ninguna eficacia. Resultando el único siglo de la Historia con dos guerras mundiales en una diferencia de 20 años, de centenares de conflictos localizados, de terribles guerras revolucionarias y de sangrienta actividad terrorista ideológicamente motivada.
Siglo de persecuciones religiosas con alta mortandad, que no cesan y que se extienden por todos los confines. Siglo del que la democracia no tiene que enorgullecerse, pues la mitad del mundo vivió subordinado a la crueldad de los dictadores comunistas y nazi-fascistas. Siglo para lamentar la mucha estafa moral y la poca veracidad, en el que sistemáticamente se atropelló sutil como cínicamente.
El siglo XX fagocitó, por ideología y pasiones irracionales, a 130 millones de seres humanos mediante guerras promovidas, delincuencia impune, estimulación del aborto y la eutanasia.
Ese es el “terreno” sobre el que se edifica nuestro siglo XXI. Pisamos sobre suelo pantanoso, fruto de la ruindad humana, saturado de vicios, carente de élites culturales y de liderazgos éticos. Por eso, nada nos debe sorprender. Lo de Argentina, no tenemos derecho a quejarnos, no deben haber lamentos.
Debemos erguirnos, como buenos batalladores. Seguir luchando con más brío. Y, así esperar que en el Senado termine bien, lo que tan mal empezó en Diputados.
Pero, los oleajes salpican. Algo llegará a nuestras orillas político-culturales. Porque similares ideologizados y extraviados morales pululan por aquí. Sufrimos una sobreproducción de desorientados pasmarotes, que son fáciles prosélitos de cualquier argumento novedoso. Que no se resisten a ser conducidos como hombres-masa, que son fáciles presas de un sistema de estímulos psico-activadores, que de seguir con vida Pavlov, se hubiera regocijado por la validación de sus experimentaciones en tan gran escala social.
Estamos obligados de cuidar nuestro hogar nacional. En esto somos insustituibles. No hay quien nos reemplace. Tenemos el deber de asegurar eficacia en nuestra acción. Superando egoísmos liliputienses, y fortaleciéndonos en torno a lo que nos une.
Para la restauración moral y político-social, que el Perú hoy nos reclama, todos siéntase convocados, nadie es discriminado.
Pero, quien se crea limpio para tirar piedras de discordias, e intente quebrantar la militancia en la unidad por el interés común, su actitud lo autoexcluye.

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 15 de junio de 2018, p. 6

Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/

sábado, 9 de junio de 2018

¿Por qué tener héroes? - artículo La Razón


¿Por qué tener héroes?
SERGIO TAPIA T.

            Ayer, 7 de junio, observaba a uno de mis nietos ingresar al nido, portaba en sus manitos la bandera del Perú.
Ayer fue 7 de junio, me preparé leyendo en la víspera los acontecimientos en torno a la batalla del Morro de Arica, suceso de hace 139 años, cuyos protagonistas viven en nuestro recuerdo de generación en generación, los honramos y no los olvidamos.
Los héroes son faros que ayudan a caminar el presente y el futuro. Ellos iluminan con las virtudes de las que fueron sus portadores. Valores son lo que nos falta, en estas horas de crisis moral que padece nuestra sociedad.
            Vivimos en una sociedad en la que los cónyuges asesinan o lesionan a sus parejas, los padres envenenan a sus hijos, las autoridades son corruptas o ineficaces, los profesores son subversivos, los empresarios estafan y los trabajadores entre la deshonestidad y la irresponsabilidad son revolucionarios, se mancilla la inocencia de los niños por quienes deben preservarla y vivimos asediados por los que nos respetan nada ni a nadie.
            La sociedad está en constante cambio, porque las personas cambian: Porque crecen en etapas psicológicas o porque vienen nuevas vidas. Por ello, constantemente hay que cultivar valores y hay que sembrar virtudes, como también extirpar vicios y corregir defectos.
La generación histórica que descuide esa tarea, producirá una grave defección, incurrirá en deslealtad por no guardar la secuencia de tiempos responsables que la dinámica del cambio social exige.
Hoy vivimos las consecuencias de un grave desajuste generacional. Que se expresa por la vertiginosa extensión de admirar cualquier veleidad. Padecemos de papanatismo colectivo, fácilmente se nos engaña, cándidamente muchísimos se subordinan y con demasiada candidez muchos otros se encandilan por cualquier oferta y ante cualquier persona.
Es una crisis de anomia social, de pérdida de identidad a escala de alto impacto social. Es tan patente con sólo tener a la vista los resultados electorales de los últimos diez quinquenios, al constatar la carencia de élites, por la falta de calidad de nuestros dirigentes que produce orfandad socio-político-cultural, por la nula existencia de prohombres porque no hay a quien imitar, por la estafa de nuestro sistema educativo sin alternativa eficaz y por el cinismo de la mayoría de las campañas de prensa.
Aristóteles afirmaba que la virtud resplandece en las desgracias. Por eso, los hombres que portan virtudes son nuestra gran herencia. En ellos podemos aprender cultivar los valores y actuar en consonancia con ellos.
Quienes fueron capaces de vivir asimilando el bien y forjando en su interior las virtudes que dieron fuerza a su conducta, los reconocemos como héroes, por ser dignos de imitar, porque testimoniaron honradez hasta el sacrificio personal. Así eran y así fueron Francisco Bolognesi y Alfonso Ugarte, como los demás defensores del Morro de Arica de nuestro Ejército. Así era y así fue Juan Guillermo Moore y los demás miembros de nuestra Marina que combatieron en tierra.
            Para superar la grave crisis moral en la que nos debatimos, retomemos el camino que cándidamente rechazamos por superficialidad. Recuperemos el cabal conocimiento de nuestra Historia, reasumamos nuestra conciencia Patria, contemplemos nuestros deberes de cara a la Nación, asumamos virtudes y valores, dejemos de ser hedonistas, busquemos el bien común, sirvamos con sentido de responsabilidad social e histórica; creamos en Dios y portemos valores trascedentes.
No hay otra manera de superar la crisis ética de escala social que nos afecta. El camino ya lo señalaron nuestros héroes y nuestros santos. Ambos sirven de norte para la restauración moral y la transformación integral de la Sociedad y el Estado.

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 8 de junio de 2018, p. 6

Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/

sábado, 2 de junio de 2018

El género no es sexualidad humana - La Razón


El género no es sexualidad humana
SERGIO TAPIA T.

Que el género no es la sexualidad humana, no sólo consiste en hablar correctamente el castellano, que por mandato contenido en el artículo 48 de la Constitución, es el idioma oficial del Perú. Sino que también está en la principal fuente de los derechos de la mujer, como lo es la “Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer” de 1979, y que forma parte de nuestro derecho nacional, a tenor del artículo 55 de nuestra Constitución Política.

            Mucho se emplea la frase “enfoque de género” como si fuese sinónima de la expresión “igualdad de entre el varón y la mujer”. Pero no es así.

            El Artículo 1 de esa Convención de 1979, cuya finalidad es eliminar la discriminación contra la mujer en todas sus formas, consigna, textualmente lo siguiente:

“la expresión “discriminación contra la mujer” denotará toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo”

            Poderosos fundamentos exigen proscribir el uso de la palabra género, para que sea aplicada a la mujer.

Primero, por propio respecto a las damas, porque la Real Academia Española, en el 2012, adoptó por unanimidad la regla lingüística señalando que “género” es inaplicable al ser humano, ni al hombre ni a la mujer. Porque, las personas humanas no tienen género sino sexo. Y, precisando que “género” tienen las cosas o es de uso gramatical. Entonces, se deduce que si aplicar la palabra género, es la peor ofensa a un ser humano, resulta preguntarse: ¿Por qué tanta insistencia de los sectores pro LGTBs aplicando la palabra género, para expresar su igualdad con el varón? Pues, no hay otra respuesta que un interés de grupo, para ingresar de contrabando con el término “género” para indicar una tercera opción entre el varón y la mujer, que no es de naturaleza neutral, ni neutra.

Segundo, la referida Convención de 1979, que protege a la mujer de toda forma de discriminación, en su artículo 1 también se afirma que la mujer está protegida de manera multidimensional:

“el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.”

            En suma, las autoridades del Estado tienen el deber de ser observantes de la Constitución, la que en su art. 48 dispone que el castellano es el idioma oficial. Por lo tanto, el Poder Ejecutivo mediante los ministerios sociales deben cuidar de no utilizar palabras no admitidas en el buen uso del idioma oficial. De lo contrario, estarán incurriendo en infracción constitucional, lo que da mérito a su correspondiente sanción. Y, el Poder Judicial debe evitar hundirse en este fango ideológico que se expresa con el término “justicia de género”.

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 1 de junio de 2018, p. 6

Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/