domingo, 2 de diciembre de 2018

Ley de género, ley infame


Ley de género, ley infame
SERGIO TAPIA T.

            Se escuchaba hace dos días al presidente chileno, Sebastián Piñeira, dando torpes explicaciones sobre los alcances de la ley que estaba promulgando: la ley de identidad de género.
Para Santo Tomás de Aquino, la ley es una prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad.
La ley de género promulgada en Chile desgarra todos los elementos que componen el concepto de la ley. Empezando por negar la condición guardián al cuidado de su comunidad, al presidente que la ha promulgado.
            Las instituciones jurídicas tienen tres elementos: la realidad, la interpretación de la realidad y la norma. De los tres, propiamente uno es de naturaleza jurídica. Pero, los tres intervienen en la elaboración de una ley.
La palabra “género” se introduce en una primera fase, como sinónimo de mujer. En una segunda fase, la palabra género pasa subrepticiamente a significar los 112 géneros y las 70 orientaciones sexuales que los lobbies gays solicitan sean reconocidos. Por lo tanto, la intención de los promotores del uso de la palabra género, no es significar a la mujer, sino significar cualquier cosa menos a la mujer. La palabra género en realidad oculta a la mujer, no la visibiliza. Y, tampoco género dignifica a la mujer, porque la hace perder su identidad individual, confundiéndola indecorosamente.
La ley de género promulgada en Chile, define género en su primer artículo: "consiste en la facultad de toda persona cuya identidad de género no coincida con su sexo y nombre registral, de solicitar la rectificación de éstos". Es una ley que permite alterar la realidad biológica, constatable y verificable. La ley permite sustituir el dato objetivo por una impresión subjetiva y transitoria. Ya no podrá identificarse a la personas en Chile como varón como dama. No, esta categoría ha sido eliminada. La ley eliminó a uno de sus elementos, a la realidad. Aunque es una eliminación aparente, pues, el cuerpo y los huesos, a través de los cromosomas XY y XX, siempre identificará a unos y otros como lo que son: mujeres y varones. Es el sello indeleble de lo biológico.
La nueva ley de género en Chile, dice: "Toda persona tiene derecho a ser reconocida e identificada conforme a su identidad de género, en los instrumentos públicos y privados que acrediten su identidad respecto del nombre y sexo". Para agregar, luego: "se entenderá por identidad de género la convicción personal e interna de ser hombre o mujer, tal como la persona se percibe a sí misma". Pura subjetividad torpe, por exceso de relativismo ignominioso. La ley queda tan distante de la comprensión acertada de la realidad.
No es una ley aislada e inofensiva, la ley de género en Chile es un factor de desestabilización y de contradicción en el sistema jurídico del país. En el 2017 el Congreso de Chile difundió una Guía de Educación Cívica, que reconoce a los niños el derecho a su identidad y su familia, y por lo tanto tener un nombre, saber quiénes son sus padres, que el Estado garantice a sus padres la posibilidad de cumplir con sus deberes y derechos, y a crecer sanos física, mental y espiritualmente. Todos esos derechos han sido abolidos por la ley de género, pues ya no tendrán estabilidad para el nombre que los identifique, no sabrán quienes son sus padres (si a ellos se les facilita cambiar de identidad de género) y porque el Estado se entromete en el ejercicio de la patria potestad al autorizar indiscriminadamente en todas las edades el cambio de género.
Por todo esto y por mucho más, es una ley infame, que nos advierte a la Nación Peruana estar vigilantes para evitar el contagio y la epidemia revolucionaria, por su maldad y por su vileza.

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, sábado 1 de diciembre de 2018, p. 8
Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/

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