miércoles, 8 de junio de 2011

Victoria pero sin triunfo

por Sergio C. Tapia Tapia
 
            Obtiene la victoria quien vence al oponente en una competencia o en una disputa. Conocidos los resultados de la ONPE, hay que reconocer que el Teniente Coronel (ó Comandante) en situación de retiro del Ejército Peruano, don Ollanta Humala Tasso, ha sido el vencedor en las lides electorales del 2011: Antes había pasado a segunda vuelta, dejando atrás a PPK, a Toledo y a Castañeda. Ahora se impuso con una mayoría relativa de votos a Keiko Fujimori. De él es la victoria.
            Nuestra palabra castellana “victoria” proviene del latín “Víctor” que significa “vencedor”. Para los griegos, para decir victoria, utilizaban la palabra “Niké” ó “Nice”. En la mitología griega, la victoria era alada para señalar su capacidad de correr y de volar a gran velocidad, y su representación correspondía a la diosa del mar “Atenea”, que era alada. Sin embargo, para significar la victoria militar de Salamina, contra los persas, se representó escultóricamente sin alas (“Victoria Áptera”, es decir, sin alas), para significar que nunca abandonase a Atenas. Luego de ello, concluyó el período de Pericles, la grandeza de Atenas y se inició su languidez en la Historia. Nos queda, así, por el legado griego la expresión “victoria sin alas”.
            En cambio, obtener el triunfo, nos viene de una tradición romana. Triunfar consistía en ingresar a Roma solemnemente, con gran pompa y masivamente acompañado. Lo que sólo correspondía y estaba reservadísimo a quienes lo merecieran, por ser reconocidos como salvadores de los enemigos de la República. Hoy, se reserva la aplicación de “triunfo” para quienes logran un feliz éxito, tras la brega en un empeño difícil.
            Podemos afirmar, con objetividad, que Ollanta ha obtenido la victoria electoral sobre Keiko; pero que esta superioridad en el número de votos, no le han otorgado el triunfo político.
Gobernará, Ollanta, porque obtuvo ventaja en una proporción de votos, no masiva sino escasa. Por lo que no ha sido plenamente victorioso, sus propuestas políticas no han triunfado.
Ollanta ingresará al Palacio de Gobierno con cuatro planes políticos. Ollanta asumirá la conducción política del país no sólo con su Partido Nacionalista, sino en alianza electoral con el Partido Comunista del Perú-Patria Roja, con el Partido Socialista, con el Partido Socialista Revolucionario, con  el Movimiento Político Voz Socialista y con Lima Para Todos. Además, con las rémoras que le significarán los temperamentales Vargas Llosa (papá e hijo) y los aupados pedilones de “cuotas de poder” como lo son Alejandro Toledo y sus glotones monaguillos.
En suma, lo de Ollanta, ha sido una victoria sin triunfo. La victoria electoral, es innegable a estas alturas. Pero, el triunfo político, no lo ha obtenido.
Ya estamos en las vísperas de presenciar las pugnas por el poder en ese mosaico de grupos y entramado de intereses que se ha coagulado, tras un inicial liderazgo de Ollanta. Pero, aún no ha sido resuelto el liderazgo gubernamental de Ollanta, por encima del colectivo “Socialismo del Siglo XXI”, que tiene componentes en el Perú y en once gobiernos latinoamericanos.
Seremos espectadores de cómo resolverán sus diferencias internas, de cómo desembocarán en una correlación de fuerzas, de cómo solucionarán las pugnas internas, de cómo sobrevendrá el encausamiento de la dialéctica entre marxistas y socialistas, de tan dispares matices ideológicos, así como de las disputas metodológicas que determinarán la dosificación de qué y cómo van aplicar el socialismo marxista a nuestra realidad nacional.
Por lo tanto, todo sigue, aún, sin definición. Y, así lo estará por un tiempo, porque es un tema clásicamente complejo en la realidad de las izquierdas latinoamericanas, y especialmente en la peruana que se ha distinguido por la atomización de los liderazgos y la primacía de lo anárquico.
Calculamos que para consolidarse pacíficamente, a Ollanta le tomará un largo par de años. Es decir, en el 2013 sabremos por dónde va a ir, y hacia dónde querrá conducir al Perú. Mientras tanto, la incertidumbre será nuestra cotidianeidad.
            Por nuestra parte, seremos observadores atentos, desde esta columna: “La Razón del Día”.

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