jueves, 1 de diciembre de 2011

La inhumanidad de los derechos humanos

LA RAZÓN DEL DÍA



La inhumanidad de los derechos humanos

Director Jurídico de UnoAmérica





Los procesos judiciales se han desfigurado, al punto de ser una actividad persecutoria cruel, arbitraria e inmisericorde, gracias a los ONGs de derechos humanos que desnaturalizan la noble tarea de “dar a cada uno lo que es lo suyo”, como reza la antigua definición de la justicia.


Los derechos humanos han sido sustraídos de su destino: perfeccionar la administración de justicia para la paz social. En su lugar, constatamos vileza y maldad, porque se emplean para la venganza política contra los enemigos del marxismo. El cinismo con que se perpetra es asombroso, porque esos mismos derechos humanos se emplean para favorecer a verdaderos criminales, si son terroristas y psicópatas revolucionarios.


Contra los que el comunismo considera sus enemigos (militares, políticos, empresarios, y pobres no manipulados como los campesinos de Uchuracay y los ronderos), no existen garantías penales ni derechos fundamentales, no se atempera la venganza privada, ni se respeta el rol monopólico del Estado como árbitro justo para aplicar el castigo.


Siempre y cuando sea contra sus enemigos ideológicos, esos ONGs determinan el curso de los procesos, invisten y degradan magistrados, deciden las penas y niegan los mínimos derechos a los procesados y sentenciados: como amnistías, indultos humanitarios, prescripción, cosa juzgada, etc.


El comunismo, que en el siglo XX causó en todos los continentes el mayor genocidio y la mayor crueldad en crímenes de guerra y de lesa humanidad. Tiene hoy seguidores que, sin abjurar del aspecto criminal de la motivación ideológica del marxismo, se han apoderado de buenas causas como la democracia, los derechos humanos y la justicia social. Pero, las adulteran con ánimo de restaurar el autoritarismo persecutor, como en los mejores tiempos del stalinismo.


Frente a esos derechos humanos desdibujados, se ha producido la deserción en las funciones legislativas y judiciales, cuyos responsables caen rendidos ante los nuevos areópagos surgidos desde el intenso lobbing de las ONGs. Adopto la acepción de la palabra “areópago”, que con ironía describe cualquier reunión de individuos que se atribuyen autoridad para resolver cualquier asunto.


Lamento constatar que ni la Constitución ni las leyes ni los tratados internacionales se aplican cabalmente en nuestra República, porque se claudica ante las extravagantes doctrinas tergiversadoras de los derechos humanos.


Todo proceso penal que pase por la deformación de esos derechos humanos, concluirá en una condena excesiva, asentado en conjeturas sin rigor probatorio y sostenido en espeluznantes violaciones a las más elementales garantías procesales.


Es una desgracia sufrir la judicialización en nombre de esos derechos humanos, que son el potro de tortura del marxismo actual. Que, luego de haber arrinconado a las FFAA por derrotar al terrorismo, intenta ahora iniciar la persecución por “crímenes de lesa humanidad ambientalistas”, contra los empresarios mineros. El movimiento liderado por el premio nobel de la paz, el argentino Adolfo Pérez Esquivel, trata de modificar el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional: ¡Cuidado! La guillotina revolucionaria no descansa.





Diario “La Razón”, Lima (Perú), jueves 1 de diciembre de 2011, pág. 13




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