jueves, 22 de marzo de 2012

Anti-minería y conflicto revolucionario

Anti-minería y conflicto revolucionario

SERGIO TAPIA TAPIA

Director Jurídico de UnoAmérica





            Las corrientes sociológicas contemporáneas hipotecadas al positivismo e influenciadas por la metafísica hegeliana, y contagiadas por el poder destructivo del materialismo dialéctico; han logrado influencias por la eficacia publicitaria de sus mensajes y no por el rigor científico de sus conclusiones. Obteniendo sembrar una “percepción” de que en toda realidad social “hay ó debería haber” conflicto social..

            Aunque considerar que el conflicto social “debe necesariamente” existir en toda relación social, es razonar bajo categorías marxistas. Es ser marxista, aunque de repente sin darse cuenta. Basta revisar la teoría de la dependencia de Marx, el materialismo dialéctico y el materialismo histórico. Esto sí que es  grave, ser marxista sin saberlo; ser marxista anónimo por carecer de conciencia de identidad al ignorar quién es uno mismo.

            La teoría marxista falsifica la verdadera ciencia, y la sustituye por una sociología cientificista (aparentemente científica), que conduce a afirmar que de no existir conflictos sociales, se deben crear. Por creer que es una anomalía carecer de conflictos, de luchas, de guerras.

Para tal fin el marxismo aporta su metodología revolucionaria, con sus dos componentes: (1) Las condiciones objetivas (la realidad), y (2) las condiciones subjetivas (el partido, el sindicato, la ONG).

Con este método marxista se considera que cuando no existen conflictos reales, es porque hay ausencia de condiciones objetivas. Por lo tanto, hay que suscitar los conflictos mediante las condiciones subjetivas: los partidos inspirados en el marxismo, los sindicatos revolucionarios, y últimamente, se han agregado los ONG que de antimilitaristas pro derechos humanos y anti-vidapro-género, se han camuflado en los temas medio-ambientales. Estas son las “palancas” propulsoras para crear artificiosamente conflictos sociales, que serán fruto de un trabajo de revolucionarios profesionales. Esta es la guerra revolucionaria, con subversión de la economía por odio ideológico contra la empresa de propiedad privada.

Por lo que saludo las declaraciones del empresario minero Roque Benavides, porque ayudan al ciudadano a informarse de la relación que acusaba entre la anti-minería, los conflictos sociales y las ONG “caseritas” que se ocultan en el reclamo medio-ambientalista.

Diario “La Razón”, Lima, jueves 22 marzo 2012, pág. 6



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