jueves, 15 de marzo de 2012

El gobierno de Ollanta: desgaste e ineficacia

El gobierno de Ollanta: desgaste e ineficacia

Director Jurídico de UnoAmérica





            El gobierno de Ollanta cumplirá ocho meses. En tan poco tiempo no ha sabido mantener lozanía. Antes de cumplir su primer aniversario, se le ve como un gobierno envejecido y torpe, que no enfrenta problemas, de la índole que sean. Parece un gobierno que se debate entre la carencia de reflejos y la falta de ímpetu y voluntarismo para el quehacer político.

Desde julio de 2010, el Perú trata de ser conducido bajo dos planes gubernamentales contradictorios. “La gran transformación” que aglutinó la alianza electoral Gana Perú, con partidos vinculados al Foro de Sao Paulo para forjar el Socialismo del Siglo XXI, enemigos declarados de la propiedad privada y de manera especial de la industria minera. Sus seguidores obtuvieron la primera mayoría parlamentaria, pero en un sistema de gobierno que no es parlamentarista sino presidencialista. Por lo tanto, ganaron formalmente mucho pero eficazmente nada.

En contraste, Ollanta ganó la presidencia de la república en segunda vuelta electoral, gracias a la confluencia de intereses contradictorios. El interés de los socialistas ansiosos de conquistar el poder, y el interés poderoso de quienes deseaban evitar de “cualquier” forma la victoria del fujimorismo. El resultado fue urdir otro plan de gobierno, expresado en la Hoja de Ruta y en el Compromiso con la Democracia, para que Ollanta sea elegido conjuntamente con sus dos vicepresidentes.

Con intereses tan contrapuestos, no se puede dar origen ni formar gobierno. Esa es la causa por la que hay ausencia de renovación política e incapacidad para refrescar el quehacer partidario.

Las consecuencias están a la vista. Un Congreso enfangado en la esterilidad y enlodado por la inmoralidad de algunos de sus miembros. Que lamentablemente destacan más que los virtuosos. Y, un Ejecutivo desorientado y desacertado, sin vigor ni firmeza. Por momentos parece no haber conductor en el timón del Estado, del cual se conduce la nave de la Nación.

Estamos conducidos políticamente con desamparo de iniciativas y, bajo un poder político sin reflejos frente a los problemas ordinarios que todo gobierno tiene, y frente a las graves desestabilizaciones que particularmente este gobierno se genera así mismo, casi cotidianamente.

Los socialistas por breves meses gobernaron con Ollanta, pero por su ideología sufren el síndrome del fracaso político permanente. Lo que no descarta que sean posibles piezas de recambio y retornen a funciones de gobierno.

El factor Antauro reviste significativa importancia para Ollanta. No sólo por la innegable gravitación de la familia Humala Tasso. También, porque Antauro mantiene arraigo popular, por su figura políticamente desgarbada. Popularidad que Ollanta sabe que le es escasa, a pesar de lo que le soplen las encuestas. Por lo que la reconciliación fraterna es tema pendiente, y tiene costos.

A inicios del 2010 no sabíamos donde iríamos, por ignorar quién saldría elegido. Un año después, seguimos sin saber dónde vamos, porque dependemos de cuándo y cómo Ollanta resolverá el embrollo que consume su gobierno.



Publicado en el diario “La Razón”, Lima, jueves 15 de marzo de 2012, pág. 6

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