La persona
como autoridad
SERGIO TAPIA
Sostenemos
que los enfoques ideológicos son miopías que distorsionan la visión real del
ser humano. La ideología liberal edifica una sociedad ideal desde su equivocada
presunción individualista del ser humano. La réplica de los socialismos, intentando
corregir los desajustes liberales, torpemente se reduce a reconocer la persona como
ser social y bajo el yugo del totalitarismo estatal. El remedio peor que la
enfermedad.
Para ejercer autoridad política se requiere tener formación
doctrinal sin contaminaciones ideológicas, conocer las exigencias del bien
común (nacional, regional o municipal, según la graduación de la autoridad) y
poseer reconocida trayectoria moral pública y privada.
Las tres condiciones deben confluir en quien aspire
ejercer autoridad, sea electa o por nombramiento. La ausencia o deficiencia de
alguna de ellas, será de consecuencias irreparables para todos nosotros. Lamentablemente
verificamos la existencia de ideologizados que ejercen poderes parlamentarios,
regionales y municipales que subvierte la producción minera con daño a la
economía nacional. Desgraciadamente hay sujetos impreparados que ejercen
funciones públicas. Dolorosamente constatamos inmoralidad en la función pública
–la verdadera, no la hipocresía de ver solo paja en ojo ajeno–.
Democratizar el ejercicio de la autoridad es transformarla
para la sencillez, erradicando la altanería que puede causar. Todos los que
ejercen autoridad deberían atenderse en los servicios de salud del Estado y del
Seguro Social, para que su presencia contribuya a remediar las desatenciones seculares.
Las autoridades deben cumplir las leyes de tránsito vehicular como los demás ciudadanos.
Hay otras muchas muestras más.
Publicado en el diario “La
Razón”, Lima jueves 14 de junio de 2012, pág. 6
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