El
Frontón de Sendero Luminoso
SERGIO TAPIA
Mayo
1981, el Comité Central comunista decidió producir un “baño de sangre” en sus propios cuadros. Se ejecutó cinco años
después, con el motín de los penales (junio 1986). Se requirió remodelar
estructuralmente pabellones carcelarios y excavar túneles.
Dice
el co-director del IDL, Gustavo Gorriti: “fácil
iba a ser transferir la carga de la culpa al Estado –objetivo central de la
propaganda bélica– y tanto más difícil iba a ser mantener la imagen democrática
del régimen.”
Desde
el inicio del terrorismo (mayo 1980), el “marxismo
parlamentarista” fue su cómplice. Afirma Gorriti que la actitud “de la izquierda fue atribuir la autoría de
los atentados a grupos paramilitares o de comandos, dependientes de la Guardia
Civil o del Ejército, o de la Marina, o de la CIA. Según el gusto. (…) fue
simplemente una forma de desinformación y propaganda”.
Se ha
coaptado la justicia penal (Ministerio Público y Poder Judicial) para el negacionismo
de las batallas anti-terroristas. El combate de El Frontón se califica como “genocidio”, “masacre” y “lesa humanidad”.
Con la intención de castigar a los marinos sobrevivientes, aplicándoles el “derecho penal del enemigo” (la total negación
de los DDHH). En la parodia, los hechos no interesan, bastan las teorías.
Manuel
Febres es el modelo del juez senderista. En 1981 liberó toda una célula terrorista.
Expulsado de la magistratura, re-apareció como defensor de terroristas y de Osmán
Morote (el número dos).
Para
El Frontón: ¿Prevalecerá la imparcialidad o el modelo del juez senderista?
Publicado
en el diario “La Razón”, Lima, jueves 4 de octubre de 2012, pág. 6
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