viernes, 29 de agosto de 2014

Regresar a la pobreza, consecuencias del mal gobierno


Regresar a la pobreza, consecuencias del mal gobierno

 

                                                                                                          Sergio Tapia T.

 

            A lo largo de casi dos siglos de gobiernos republicanos, se acumuló una gran deuda social en perjuicio de los peruanos menos favorecidos por la fortuna. Gravísimas deficiencias en la instrucción y en la educación, calamitosa falta de atención médica, deterioro progresivo de la dignidad del trabajo que paradójicamente empobrecía al trabajador agrícola y urbano.

Son muestras que sufrimos el efecto universal del Liberalismo, pero “mal de muchos, consuelo de tontos”. No hay excusa para que en el Perú se toleraran tantos efectos nocivos del capitalismo liberal.

Atraídos por los cantos de sirena del capitalismo estatista, como son todas las ofertas socialistas, incluyendo las del totalitarismo nazi-facista; en nuestra Nación hay quienes han caído en tentaciones ideológicas sucesivas. Como el del gobierno perverso pro-soviético, castro-comunista y titoísta del general Velasco Alvarado, que estatizó toda la estructura económica del Perú, en la primera mitad de los setenta. Para lo cual contó con el colaboracionismo marxista peruano, de los que algunos vivían del anti-sistema refugiados parasitariamente en las cátedras universitarias, y otros permanecían agazapados en la Universidad Patricio Lubumba de la URSS, el centro de adiestramiento subversivo para extranjeros, que cobija cuadros de agentes revolucionarios hasta que tuvieran la oportunidad de desembarcar en sus propios países.

Desde otro polo mundial, China Popular también preparaba cuadros revolucionarios, adiestrados para la guerra civil.

Con el concurso de dirigentes comunistas extra-nacionales, los 50 generales responsables de la Revolución de los setenta, realizaron la mayor operación destructiva de nuestra capacidad económico-productiva y socio-política.

En los ochenta se restaura la democracia, con una Constitución inviable que daba permanencia al estatismo revolucionario. Y, el espectro político partidario yacía sustancialmente modificado. El socialismo era la oferta de moda. Incluso hasta en sus vías más violentistas, como la del terrorismo del Partido Comunista del Perú (mal llamado “Sendero Luminoso”, porque oculta su verdadera identidad ideológica).

A partir de los años dos mil, con los gobiernos de Panigua y Toledo, se instaló la versión gramsciana del marxismo, aparecieron las ONGs camufladas en la defensa de los derechos humanos, y sufrimos la presión inconstitucional de los organismos internacionales manejados por esos mismos marxistas gramscianos.

Ahora nos gobierna un partido que es miembro del Foro de Sao Paulo, en cuyas sesiones participaron ministros y embajadores de este gobierno. El Nacionalismo de Ollanta Humala ofreció electoralmente nacionalizar la economía (es decir, estatizarla). Paradójicamente, fue apoyado por el gran liberal Mario Vargas Llosa.

El gobierno de este nacionalismo socialista, ha retrotraído nuestro progreso económico, y el gran porcentaje de peruanos que dejaron de ser pobres, podrían volver a esa condición (de pobreza) que habían dejado de tener.

            El tiempo da perspectiva para entender los fenómenos sociales, y queda la pregunta si los actos revolucionarios contrarios al desarrollo, como los que desde el inicio de este gobierno se sostienen en contra la inversión minera, han gozado del  apoyo de los pro-chavistas que nos gobiernan.

 

Publicado en el diario “La Razón”, Lima, viernes 29 de agosto de 2014, pág. 6


 

Blog (colección artículos publicados en La Razón): http://sergiotapiatapia.blogspot.com/

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